Coste humanitario del conflicto de Marawi en Filipinas

El 23 de mayo de 2017 comenzaba uno de los asedios más largos de los últimos años. La batalla de Marawi, la ciudad de mayoría musulmana más grande de Filipinas, se convirtió en tan solo 5 meses en un campo en ruinas. La ofensiva se libró entre un grupo de militantes islamistas leales al ISIS y el gobierno de Rodrigo Duterte, quien prometió erradicarlos sin importar el coste.

El conflicto en esta ciudad de Filipinas provocó que más de 360.000 personas buscaran refugio en las ciudades vecinas. El 23 de octubre de 2017 se anunció oficialmente la “liberación” de la ciudad. Sin embargo, más de 60 000 personas siguen desplazadas al no disponer ya de un hogar a donde volver.

Consecuencias de la batalla de Marawi

El coste de la guerra en Filipinas ha sido desalentador, especialmente para los civiles que ya antes se sentían como una minoría marginada y después se vieron obligados a huir en masa, a causa del conflicto. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones, más de 300.000 personas, casi la totalidad de la población de Marawi, fueron desplazadas. La mayoría se refugió en casas de familiares o en centros comunitarios de las áreas más próximas.

El director de Palafox Associates, una firma líder en arquitectura y planificación urbana filipina, declaró que podría llevar hasta siete décadas rehabilitar la ciudad. El Gobierno baraja otros plazos, aunque aún no ha definido cuáles ni cómo los va a llevar a cabo, pues la totalidad de los inmuebles necesitan ser demolidos y la falta de títulos formales está generando disputas sobre la propiedad en muchos casos. 

Siendo el plazo para volver a sus hogares muy largo, las necesidades de la población van en aumento y la ayuda humanitaria llega con cuentagotas por problemas de acceso y seguridad. Desde el principio del asedio a la ciudad de Marawi, Duterte impuso la Ley Marcial (y suspendió el recurso de hábeas corpus) en toda la isla de Mindanao, ley que ha prolongado su vigencia hasta finales de 2018.

Guerras en Filipinas entre clanes

Acción contra el Hambre es la única organización internacional que está trabajando en el sur del Lago Lanao desde el inicio de la crisis. Gracias a la estrecha relación con la contraparte local, se ha logrado forjar la aceptación por parte de la población y el gobierno.

“Nuestra acción se centra en proveer acceso a agua potable y condiciones básicas de higiene a las personas afectadas por el conflicto”, explica William Baang, jefe de base en Cotabato, Lanao del Sur. “Pero en esta ocasión hemos tenido que ampliar nuestros programas porque la situación es crítica. Estamos repartiendo comida, así como materiales de refugio: lonas, mantas, sábanas y una cocinilla para que puedan recuperar su privacidad y por lo tanto su dignidad”. El siguiente paso, indica Baang, será apoyar a los desplazados en la creación de actividades generadoras de ingresos para que puedan salir adelante económicamente sin depender de la ayuda externa y así contribuir al fin de la pobreza en Filipinas.  

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