“¿Sabes lo peligroso que es este lugar?”

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"¿Sabes lo peligroso que es este lugar? Nosotros vivimos en la tercera planta y dos niños ya se cayeron por el hueco de la escalera.  Hemos intentado construir una pared para cerrar el vacío previsto para el ascensor pero eso no es suficiente, mira a nuestro alrededor”. La estrecha escalera en espiral se abre a los cuatro vientos y desde ella se ve la ciudad de Zakho y sus tejados llenos de depósitos de agua y parabólicas.

Salim Kafo Khalo, su mujer y sus seis hijos han encontrado refugio en este espacio de hormigón a comienzo de agosto. Igual que millones de personas originarias de diversas regiones del norte de Irak, ellos han huido dejándolo todo. Desde entonces dependen de la ayuda de las organizaciones humanitarias y de la generosidad de los habitantes de Zakho. La ayuda recibida en los últimos meses ha permitido a Salín construir una tienda de barras de metal y tela. En el interior, una gran alfombra, y en el rincón, la comida y unos utensilios de cocina.  Un cartel con la inscripción WFP no deja duda, Salim y los suyos son beneficiarios de la ayuda distribuida por Acción contra el Hambre que trabaja con el Programa de Alimentación Mundial (PMA/WFP), “los "franceses" (como muchos de los desplazados hablan de Acción contra el Hambre) han venido dos veces repartir comida,  otras organizaciones nos han proveído de colchones y mantas. También hemos recibido un poco de dinero del gobierno que nos permitió construir ese pequeño abrigo, pero los niños enfermaran y el dinero no ha durado”.

Las condiciones de vida de las familias que ocupan los edificios aún en construcción son extremamente precarias y los más jóvenes enferman fácilmente. El hospital y los medicamentos representan un coste extremamente elevado para estas familias que dependen de la ayuda humanitaria.

La situación ha empeorado con las primeras lluvias y el viento que, a pesar de los esfuerzos, penetra por todos los sitios. Con esas malas condiciones es aún más difícil acceder a los retretes y los puntos de agua de emergencia que Acción contra el Hambre ha instalado en la base del edificio. “El trayecto es peligroso, sobre todo  por las noches y cuando llueve. Hay que bajar la gran escalera y mi mujer y mis hijos tienen miedo”. Salim espera encontrar pronto un lugar en un campo de refugiados antes de retornar a su casa, en Sinjar.

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