Crisis siria: el foco sobre el apoyo psicológico, tan necesario como invisible

Crisis siria: el foco sobre el apoyo psicológico, tan necesario como invisible

El agua, los alimentos y el acceso a salud son los tres puntos que inmediatamente vienen a la mente cuando pensamos en las necesidades básicas de las poblaciones desplazadas. Pero ¿cuál es el impacto psicológico de estas huidas forzadas por un conflicto abierto sobre la seguridad nutricional? ¿cómo podemos ayudar a personas que han sufrido atentados y privaciones y que han tenido que enfrentar múltiples casos de violencia?
Desde 2002, desarrollamos actividades relacionadas con la salud mental en situaciones de conflicto. La crisis siria e iraquí han empujado a la organización a poner en marcha diferentes programas para ayudar a las poblaciones afectadas. Dependiendo del campo de intervención, la organización ha ido adaptando su asistencia a las necesidades específicas de cada comunidad, de acuerdo con sus costumbres. En Jordania, Irak y el Líbano, Acción contra el Hambre ha observado muchas similitudes en las necesidades de las familias en los últimos años.

                                                                (foto: Amy Leang)

La evolución del estado psicológico de las víctimas
Una mañana, Basma se presentó en la entrada de la tienda de Acción contra el Hambre en el campo de Gawilan en Irak. Vivía aislada con la familia de su marido, con la que no mantenía una buena relación. La joven de 24 años sufría estrés y estaba buscando apoyo externo. Después de cinco sesiones, Basma fue capaz de hablar con libertad, descubrir técnicas de relajación o participar en actividades de grupo. Además, recuperó la confianza en sí misma, mejoró su bienestar general y forjó nuevas amistades.
El de Basma no es un caso aislado. Los equipos de Acción contra el Hambre han estado observando regularmente en los adultos que se enfrentan a este tipo de situaciones un alto nivel de ansiedad, acompañado de trastornos del sueño y, en algunos casos, de síntomas depresivos. Los niños, que constituyen más de la mitad de las víctimas de los confl ictos, pueden desarrollar conductas regresivas, incluyendo la enuresis (mojar la cama) y pueden estar sujetos a un aumento de la irritabilidad, acompañada de violencia verbal. Al igual que en los adultos, lo que requiere de un cuidado apropiado. Durante la fase de emergencia, los trabajadores psicosociales de Acción contra el Hambre identifi can a las personas necesitadas mediante la evaluación de su estado de bienestar y malestar potencial. Después, toman el relevo los psicólogos de la organización, apoyando a las personas identifi cadas y poniéndoles en contacto con los actores locales. Por último, derivan los casos de las personas que requieran atención psiquiátrica.
“Debemos ser muy cuidadosos, se trata de personas que han experimentado situaciones potencialmente traumáticas. La respuesta debe estar perfectamente adaptada a sus necesidades”, comenta Nuria Díez Carrillo, jefe del departamento de salud mental de Acción contra el Hambre en Irak. Además, también se organizan sesiones psicosociales para las familias. Este trabajo es una oportunidad para desmitificar ciertos comportamientos, como la esquizofrenia o la depresión, de forma que cada miembro de la familia es capaz de entender que la persona afectada está enferma y requiere apoyo.

                                                        (foto: Florian Seriex)

Adaptarse a las particularidades de cada comunidad
El trabajo de los equipos psicosociales de Acción contra el Hambre es diferente del que se desarrolla en los campos o en las comunidades de acogida. En palabras de Nuria Díez Carrillo: “Las familias que viven en los campamentos padecen generalmente un menor nivel de estrés que las que encontramos en las comunidades de acogida. Tienen más garantías en términos de ayuda humanitaria. Sin embargo, una vez han abandonado los campos, muy pocos desearían volver debido a la privación de libertad que hay en estos lugares. A pesar de que la situación de las familias en las comunidades de acogida es a menudo más difícil, estas familias han conservado su poder de decisión. Por tanto, adaptamos nuestra forma de trabajar: a menudo es más fácil organizar sesiones de grupo en un campo donde la gente se reúne y se conoce que hacer sesiones de puerta en puerta con las familias en las comunidades de acogida, donde las familias, debido a su aislamiento, pueden ser menos propensas a confiar”.
Acción contra el Hambre se adapta a las diferentes comunidades y la composición del equipo refleja ese deseo. En Dohuk, kurdos, iraquíes, sirios y yezidíes trabajan juntos. Esta combinación facilita las relaciones, permite a los equipos conocer las costumbres y los temas que deben evitarse o, por el contrario, abordarse en primer lugar.

                                                             (foto: Florian Seriex)
En Jordania, el diálogo intercomunitario se llevó a cabo a través de asociaciones con organizaciones locales. Tuvimos la oportunidad de facilitar el diálogo entre sirios y jordanos: algo necesario en un país donde la presencia de un gran número de refugiados puede crear resentimiento. En Líbano hemos puesto en marcha proyectos que involuran tanto a sirios como a población local para facilitar su integración y disminuir las tensiones.

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