Desarrollamos talleres de salud mental en las comunidades afectadas por los conflictos en República Centroafricana

Después de unos meses de relativa calma durante el período electoral de principios de 2016, la República Centroafricana está experimentando un deterioro considerable de sus condiciones de seguridad. La situación humanitaria en el país ha vuelto al nivel de la crisis en 2014. Primer golpe, la población civil sufre una doble condena: violencia extrema que aumenta las necesidades humanitarias y la reducción de la ayuda debido a la creciente inseguridad. El avance de los grupos armados, que hasta la fecha controla 12 de las 16 provincias del país en el centro y el sur, limita severamente la entrega de ayuda por parte de los actores humanitarios. Además, por tercer año consecutivo, el CAR se clasifica como el país con el mayor número de incidentes contra las ONG, con 232 incidentes registrados desde el comienzo de este año, y en ocasiones ataques extremadamente violentos contra la infraestructura de salud o Locales de la ONG.

Debido a la intensificación de los conflictos, durante la primera mitad de 2017, 215.000 personas tuvieron que huir de sus hogares para buscar refugio en condiciones más que precarias. En total, hoy en día más de un millón de personas de África Central son desarraigadas, o una de cada cinco personas, con flujos cada vez mayores hacia los países vecinos y dentro del país. 2,2 millones de personas necesitan atención médica básica. Casi el 50% de la población sufre de desnutrición crónica, y la tasa de mortalidad materna es la tercera más alta del mundo.

Nuestro trabajo en Bangui

Trabajamos en la región de Bangui, en la comunidad de Pete donde tratamos de detectar y tratar los trastornos resultantes de los conflictos que impactan a las poblaciones civiles. La intervención se realiza en 6 sesiones para adultos y 5 sesiones para niños. Con los adultos, se llevan a cabo sesiones psicoeducativas para tratar los síntomas del estrés postraumático. Eugénie, 70 años, es una de las personas que asiste a nuestras sesiones de adultos. 

“Vivo en el barrio de Pétènè, del que huí durante los acontecimientos de 2013. Durante la huida, mi marido murió de un ataque al corazón en medio de los tiroteos. Después de eso, volví aquí donde vivo con mis 6 hijos y mis nietos. Trato de ganar algo de dinero vendiendo artesanías. Pero desde que ocurrió todo, tengo pesadillas y me duele la espalda. Tengo miedo a las detonaciones. Nuestras casas fueron saqueadas, nuestros pozos destruídos... Nos volvimos vulnerables. Afortunadamente, Acción contra el Hambre distribuyó kits no alimentarios y proporcionó asistencia de salud mental. Desde entonces estoy mejor".