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Ébola: Liberia declarada libre del virus

11/05/15

 

La movilización de las comunidades afectadas y el trabajo de los agentes comunitarios han resultado clave en el control y posterior erradicación de la epidemia en el país.

El brote de ébola más virulento de la historia, con más de 26.000 casos reportados y que ha causado más de 11.000 muertes hasta el momento, persiste aún en Guinea y Sierra Leona.

 

El pasado 20 de marzo, Liberia reportaba el último caso declarado de ébola en el país. Transcurridos 42 días consecutivos –dos veces el periodo de incubación del virus– desde que el paciente falleciera, y sin detectarse un nuevo contagio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado Liberia “libre de ébola”. En territorio liberiano, la epidemia se ha cobrado 4.716 vidas, entre más de 10.500 casos.

Acción contra el Hambre, presente en Liberia, Sierra Leona y Guinea desde los años 90, acoge positivamente la declaración de la erradicación del virus en el territorio liberiano. Sin embargo, recuerda que la epidemia de ébola no está todavía controlada en Sierra Leona y en Guinea, y que el carácter endémico del virus hace temer posibles recaídas en los meses y años venideros. A pesar de la notable disminución en el número de casos en ambos países, hay que señalar que, según la OMS, se siguen detectando casos post mortem y que la mitad de los contagios se producen a través de cadenas no identificadas.

 

Las comunidades, clave en el control

La crisis del ébola en África del Oeste ha puesto en evidencia la importancia de la movilización de las comunidades afectadas, cuyo papel ha resultado clave para el control de la enfermedad. Si el tratamiento médico de los pacientes es esencial para mitigar los síntomas y aumentar las posibilidades de supervivencia, no lo es menos la implicación de las comunidades y de los agentes comunitarios de salud, cuya participación es determinante para superar el miedo y la desconfianza que propiciaron la propagación sin control del virus.

Este enfoque, puesto en marcha por Acción contra el Hambre en los tres países más afectados, ha permitido a las comunidades participar en el control de la epidemia, identificando comportamientos de riesgo y aquellos que permiten la reducción de la transmisión. Miles de voluntarios, procedentes de las comunidades y que previamente reciben formación sobre detección, control y prevención del virus, son responsables del seguimiento a contactos, así como de asegurar la aplicación y el respeto de las medidas de higiene entre la comunidad. "Este enfoque podría representar un modelo en la lucha contra el ébola, ya que permite a las comunidades encontrar soluciones de acuerdo con sus necesidades individuales y su cultura", subraya Susana Dos Santos, directora país de Acción contra el Hambre en Guinea-Conakry entre agosto de 2013 y febrero de 2015.

Desde el comienzo de la epidemia, los equipos de Acción contra el Hambre trabajan para la sensibilización de las comunidades, y han formado a más de 20.000 personas en prevención. Además, las actividades de seguimiento directo de los casos de riesgo y sus contactos se han extendido a más de 24.000 personas con el fin de limitar la propagación del virus.

 

Hambre y desnutrición, el impacto de la epidemia

El desafío “post ébola” reside ahora en reforzar unas estructuras de salud debilitadas, mermadas por las bajas de trabajadores sanitarios y vistas por muchos miembros de la comunidad como foco de infección del virus. Esto ha supuesto un aumento de la prevalencia de muchas otras enfermedades, como el sarampión y la meningitis.

Un estudio elaborado por el equipo técnico de Acción contra el Hambre, basado en los datos de la región de Labé en el norte de Guinea, ha relacionado la epidemia con el descenso de las admisiones de niños desnutridos en los centros de tratamiento, lo que hace prever un aumento de la mortalidad asociada a esta enfermedad.

Las estrategias de adaptación frente a una economía que se ha ralentizado hasta un 75% en el caso de Guinea y una mayor inseguridad alimentaria tendrán un impacto en la situación nutricional. La bajada de la producción alimentaria y un menor acceso de la población a los mercados llevan a las familias a adoptar mecanismos drásticos de supervivencia como la reducción del número de raciones diarias.

Acción contra el Hambre sigue con atención la evolución de la situación y ya ha puesto en marcha actividades específicas de refuerzo de la prevención y tratamiento de la desnutrición en los colectivos más vulnerables, como son niños menores de cinco años y madres embarazadas y lactantes. 

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