El ecoblanqueo del sistema agroindustrial

En el mundo existen múltiples tipos de sistemas alimentarios, que varían según las condiciones geográficas y climáticas, la cultura, los contextos políticos y económicos ...

En la cumbre de las Naciones Unidas las discusiones están dominadas por los promotores del modelo agroindustrial, hacia un gran refuerzo del ecoblanqueo.

Pero uno de ellos domina por su peso económico y su influencia en las políticas: el sistema agroindustrial: domina el uso de los recursos naturales y tiene el mayor peso sobre la crisis climática. En última instancia, los sistemas agroindustriales producen mucha desigualdad y poca comida.

Agroindustria: un sistema alimentario defectuoso

Los sistemas agroindustriales alimentarios se basan en la producción de monocultivos, caracterizados por el uso masivo de productos químicos (fertilizantes, pesticidas, herbicidas), largas cadenas de producción globalizada con una fuerte concentración de poderes (unos pocos actores controlan gran parte de la cadena de valor) en detrimento de los pequeños productores.

Los sistemas agroindustriales tienen muchos impactos negativos. Los monocultivos reducen la biodiversidad cultivada y los plaguicidas afectan a muchas especies: aves, abejas o los microorganismos del suelo. La deforestación asociada con la agricultura industrial también contribuye significativamente al declive de la biodiversidad silvestre. El uso excesivo de fertilizantes agota la tierra, que se vuelve menos productiva.

Los sistemas alimentarios industriales agravan la crisis climática ya que emiten una gran cantidad de gases de efecto invernadero: alrededor de un tercio del CO2, es decir, el segundo sector más emisor, sin contar el metano (ganadería) y el óxido nitroso (fertilizantes químicos).

Asociados a casos de acaparamiento de tierras y recursos, los sistemas agroindustriales tampoco se destacan desde la perspectiva de los derechos humanos. Además, los trabajadores de los sistemas alimentarios industriales se encuentran entre los peor pagados, a veces trabajan sin protección mientras manipulan sustancias peligrosas y están poco reconocidos por los regímenes y sistemas de derechos laborales.

Una cumbre estratégica y problemática

El objetico de la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas es transformar los sistemas alimentarios proponiendo soluciones, movilizando a los Estados y creando coaliciones de múltiples actores en las que también participen multinacionales del sector privado. Desde que fue anunciada por el Secretario General de las Naciones Unidas en 2019, la preparación de la Cumbre ha sido un proceso largo y complejo, que no ha logrado incluir las voces de quienes están en la primera línea de los sistemas alimentarios, los agricultores familiares, que producen el 70% de los alimentos del mundo, ni las personas que más padecen hambre.

Las falsas soluciones propuestas por las multinacionales

La Cumbre promueve la agricultura de precisión, un enfoque que no pretende transformar profundamente los sistemas alimentarios, sino más bien limitar los impactos de la agricultura industrial. ¿Cómo? Reduciendo las dosis de fertilizantes y pesticidas aplicados a los cultivos, en particular mediante nuevas tecnologías (drones, GPS, etc.) que indican cuándo y dónde precisamente aplicar los productos. Esta forma de agricultura de alta tecnología no siempre es adecuada para los pequeños productores, que se ven obligados a invertir en tales equipos y tecnologías y pueden mantenerse en una situación de dependencia de proveedores externos.

Si bien reducir el uso de insumos químicos no es en sí mismo algo malo, es la lógica del enfoque la que plantea un problema: apunta a hacer “más aceptable” el modelo de agricultura industrial, conservando los principales intereses de sus principales impulsores (proveedores de insumos, herramientas, semillas estandarizadas, maquinaria, etc.).

La Cumbre se centra desproporcionadamente en enfoques tecnológicos y datos en agricultura. Sin embargo, algunas nuevas tecnologías no han demostrado su eficacia y relevancia para los pequeños productores. Por lo tanto, siempre debe preguntarse qué actores controlan los datos y si las empresas de tecnología agrícola tienen un fuerte interés financiero.

Con esta cumbre, se dará un nuevo paso en la gobernanza alimentaria mundial por un puñado de multinacionales que ya se encuentran en una situación de monopolio. Otros modelos más virtuosos, como los basados ​​en la agroecología campesina, no son lo sufuentemente promovidos y apoyados, especialmente financieramente, ¡a pesar de que producen la mayor parte de los alimentos a nivel mundial!

Agroecología: una solución de futuro

La agroecología tiene muchas facetas: agronómica, económica, social y política. Por tanto, ofrece soluciones para gran parte de los retos a los que se enfrentan los sistemas alimentarios (desigualdades, crisis climática, nutrición y salud, etc.) y ofrece alternativas a los sistemas alimentarios industriales dominantes. La agroecología reúne prácticas agrícolas que respetan las estaciones y los territorios, permiten el cultivo sin productos químicos, trabajan con los ecosistemas y se benefician de las interacciones entre plantas, animales y suelos. La agroecología es, por tanto, una ciencia de los ecosistemas, que enfatiza notablemente el conocimiento de campo y el conocimiento campesino. También es un movimiento social, que vuelve a colocar a los campesinos y ciudadanos en el corazón de los sistemas alimentarios: ¡para que decidan qué cultivar y qué consumir!

La agroecología permite tanto luchar contra la crisis climática como adaptarse a ella, produciendo una dieta diversificada y nutritiva y mejorando la remuneración de los pequeños productores: una solución ganadora en todos los frentes.