El emprendimiento social: nuevos vientos para la RSC

Para entidades cuya política de RSC promueva valores como la generación de empleo, la innovación, la inclusión social, el desarrollo económico y el fomento del espíritu emprendedor, participar en el nacimiento de este tipo de iniciativas es una gran oportunidad.

Artículo de opinión de Julen Etxebeste, técnico de Emprendimiento Social en Navarra y Euskadi de Acción contra el Hambre

Drones inteligentes, vehículos sin conductor, inteligencia artificial, big data, impresión 3D de órganos humanos, biofábricas, cosechadores de agua, hibridación del ser humano con robots… se calcula que para el 2030 (pasado mañana) desaparecerán 2000 millones de empleos, y surgirán nuevas profesiones que hoy día no nos imaginamos. Tu hija, tu sobrina… quizá sea de mayor gastrónoma molecular o arquitecta de realidad aumentada. ¿Y qué tiene que ver esto con el emprendimiento social, la RSC y las entidades sin ánimo de lucro? Mucho. Son unas pinceladas sueltas, unas palabras que nos recuerdan un lienzo evidente: el mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa y tenemos frente a nosotros el apasionante reto de reinventarnos.

Y para las personas que trabajamos por construir un mundo mejor y generar un impacto social positivo, ¿qué nuevos vientos refrescan nuestro horizonte? ¿Qué oportunidades vislumbramos de abrir nuevos caminos para innovar en acción social y RSC? Por supuesto que existen diversas vías para hacerlo. Nosotros, en este artículo, queremos remarcar una que nos parece especialmente sugerente: el emprendimiento social, es decir, la creación de empresas sociales.

Una empresa social es una entidad que pretende generar impacto social mediante una actividad económica que desarrolla en condiciones de competitividad en el mercado. El beneficio, la sostenibilidad económica, no es su fin, sino un medio para posibilitar el impacto social, que es su objetivo fundacional y prioritario.

Desde hace tres años, en Acción contra el Hambre nos hemos adentrado en el precioso camino de fomentar el emprendimiento social, trabajando con otras organizaciones no lucrativas que quieren emprender y colaborando con fundaciones que apoyan estos proyectos dentro de sus acciones de RSC. Estamos apoyando la creación de empresas inclusivas que emplean a personas en riesgo de exclusión social, centros especiales de empleo que trabajan con personas con discapacidad, empresas cuyo objetivo es reducir el impacto medioambiental, el derroche alimentario, la sensibilización, la convivencia intercultural, etc.

Desde nuestra experiencia, entendemos que estos proyectos son excepcionales para maximizar la eficiencia de las acciones de RSC. No son proyectos que requieran alimentación constante, sino semillas que necesitan ser sembradas y que posteriormente crecen por sí mismas. Son proyectos que tienen vida propia, proyectos autosostenibles que generan impacto social, empleo y actividad económica a largo plazo con una pequeña inversión inicial.

Para que prosperen, son claves el acompañamiento cualificado, la potenciación de competencias emprendedoras y el acceso a microcréditos, con fondos que pueden ser rotatorios o directamente retornables para el financiador una vez que ha cumplido su función de siembra. Y, bien gestionados, pueden escalar hasta alcanzar un impacto social muy relevante. Por ejemplo, ahora mismo tenemos la fortuna de contar en nuestro programa de Navarra con la colaboración de Lantegi Batuak, una empresa social de referencia a nivel nacional que emplea a 2500 personas con discapacidad en 21 centros de trabajo.

Creemos que para entidades cuya política de RSC promueva valores como la generación de empleo, la innovación, la inclusión social, el desarrollo económico y el fomento del espíritu emprendedor, participar en el nacimiento de este tipo de iniciativas, es una gran oportunidad para generar visibilidad e impacto.