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En República Centroafricana atendemos los casos más graves de desnutrición en las unidades nutricionales terapeúticas

 

Después de unos meses de relativa calma durante el período electoral de principios de 2016, la República Centroafricana está experimentando un deterioro considerable de sus condiciones de seguridad. La situación humanitaria en el país ha vuelto al nivel de la crisis en 2014.

Primer golpe, la población civil sufre una doble condena: violencia extrema que aumenta las necesidades humanitarias y la reducción de la ayuda debido a la creciente inseguridad. El avance de los grupos armados, que hasta la fecha controla 12 de las 16 provincias del país en el centro y el sur, limita severamente la entrega de ayuda por parte de los actores humanitarios.

Por tercer año consecutivo, el CAR se clasifica como el país con el mayor número de incidentes contra las ONG, con 232 incidentes registrados desde el comienzo de este año, y en ocasiones ataques extremadamente violentos contra la infraestructura de salud o Locales de la ONG.

Debido a la intensificación de los conflictos, durante la primera mitad de 2017, 215.000 personas tuvieron que huir de sus hogares para buscar refugio en condiciones más que precarias. En total, hoy en día más de un millón de personas de África Central son desarraigadas, o una de cada cinco personas, con flujos cada vez mayores hacia los países vecinos y dentro del país. 2,2 millones de personas necesitan atención médica básica. Casi el 50% de la población sufre de desnutrición crónica, y la tasa de mortalidad materna es la tercera más alta del mundo.

En Bangui, desarrollamos nuestro trabajo en Unidades nutricionales terapeúticas donde tratamos casos de desnutrición aguda severa con complicaciones. Dependiendo de la patología identificada, se brinda tratamiento médico además del tratamiento de desnutrición. Ernestine, 57 años, y Priscilla, 7, conocen bien estas unidades nutricionales. “Hoy hace 5 años que encontré a esta niña”, dice Ernestine. A los 57 años, esta catequista que vive en un pequeño pueblo en el camino a Bouali, cuida de Priscilla, una niña huérfana hallada en los escalones de la iglesia. “Sus padres están muertos, ella solo me tiene a mí”. Ernestine se considera a sí misma como la abuela de la niña.

Pero el día a día no es fácil para Ernestine, que se gana la vida como puede como granjera. Hace un mes, Priscilla comenzó a toser. Y hace cinco días, ante al deterioro del estado de la niña, Ernestine la llevó al CPB (Centro Pediátrico de Bangui). Al llegar, la niña de 7 años pesaba solo 12,3 kg. “No tenía apetito, se le hinchó el estómago... Sabía que necesitaba tratamiento”. La pequeña recibió atención: recuperó un poco de apetito y comenzó a ganar peso. Tras 5 días de tratamiento, ahora pesa 13,1 kg. “Es alentador, pero aún debe permanecer aquí por unos días”, apunta el médico.

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