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Crisis Rohingya: un año después, 900 000 personas continúan desplazadas en Bangladesh

24/08/18

Un equipo de Acción contra el Hambre, compuesto por 900 trabajadores y 1300 voluntarios Rohingya, han proporcionado ayuda en nutrición, agua, saneamiento higiene, salud mental y medios de vida a los refugiados

 

Durante este año, hemos proporcionado ayuda a 700 000 Rohingyas, 18 500 niños y niñas han recibido tratamiento contra la desnutrición

Un año después de que el estallido de la violencia en el estado de Rakhine (Myanmar) contra los Rohingya obligara a cientos de miles de personas a cruzar la frontera con  Bangladesh, la situación sigue siendo extremadamente precaria para casi un millón de personas. La inestabilidad de los asentamientos en el campo Kutupalong-Balukhali, sumada a las lluvias torrenciales propias del clima, exponen a 200 000 personas a inundaciones y deslizamientos de tierras.

Mientras, la falta de acceso a un sistema de salud estable está favoreciendo el brote de enfermedades como diarrea, disentería y afecciones respiratorias. La tasa de desnutrición crónica en menores de cinco años está cerca del 38% y un 12% padece desnutrición aguda y requiere tratamiento según datos de Save the Children. Acción contra el Hambre está trabajando de la mano de 1300 voluntarios Rohingya que, de forma remunerada, colaboran en el diagnóstico de la desnutrición, en la distribución de raciones alimentarias diarias y en el apoyo psicosocial a mujeres embarazadas y lactantes.

"El 26 de agosto de 2017, las primeras personas comenzaron a llegar. Al día siguiente, nuestro equipo humanitario partió a tierra de nadie en la frontera con Myanmar, un lugar donde normalmente no tenemos derecho a intervenir. Fui testigo del sufrimiento de las mujeres y de los ancianos. Los niños estaban cubiertos de barro; no se les veían los ojos ni los dientes. Cocinamos y cargamos los vehículos con comida y agua caliente. Nuestros psiquiatras vinieron para ayudar a las personas traumatizadas por la violencia y la huida. Ahora la situación ha mejorado, pero la gente sigue sufriendo”, relata Mahadi Muhammad, director local de Acción contra el Hambre en Cox's Bazar, Bangladesh.

Garantizar un refugio seguro ante las inundaciones

Es la temporada de lluvias y la topografía montañosa del campamento es muy peligrosa. Desde que empezó a llover, se han formado canales y zanjas. Los refugios no son lo suficientemente robustos como para resistir las lluvias torrenciales. Los niños y niñas son propensos a contraer enfermedades transmitidas por el agua. “Hay muchos casos de desnutrición. Actualmente estamos tratando a cerca de 10 000 niños y niñas gravemente desnutridos”, destaca el director local.

Después de estudiar el impacto de los deslizamientos de tierra, los equipos de Acción contra el Hambre han identificado más de 1000 hogares en riesgo de ser destruidos o dañados dentro del campamento 14, una división de las 22 que tiene el campo de Kutupalong. Como resultado de las lluvias del 25 de julio, 22 hogares quedaron completamente destruidos, lo que afectó a más de 100 personas.

"Coordinamos la respuesta al monzón con otras organizaciones. Además de un centro con capacidad para 1000 personas, disponemos de 250 refugios temporales preparados para alojar a las familias afectadas. Además, hay 45 mezquitas, 42 escuelas y muchas otras instalaciones, como centros de salud, que pueden acoger a más personas si fuera necesario", explica Rana, una de las encargadas de gestionar el campo 14.

1300 voluntarios Rohingya proporcionan ayuda

Acción contra el Hambre sirve 11 000 comidas diarias: 7000 calientes en diez cocinas comunitarias y 4000 en otro tipo de actividades, como los centros de operaciones de emergencias, dirigidas principalmente a niños y niñas menores de cinco años, mujeres embarazadas y lactantes y personas con enfermedades o discapacidad. Además, 18 centros de salud móviles y cinco con servicio 24 horas están apoyados por el trabajo de voluntarios Rohingya que trabajan codo a codo con los equipos de Acción contra el Hambre y perciben un salario por apoyar a sus comunidades.

Abdul, de 27 años, es uno de los voluntarios que trabaja de cocinero en una de las cocinas comunitarias. Cada día prepara 500 comidas con su ayudante y 15 voluntarios más. “Somos voluntarios. Cocinamos porque nos hace feliz ayudar a nuestros vecinos”, dice.

¿Qué depara el futuro a estos refugiados?

El 6 de junio, el gobierno de Myanmar firmó un acuerdo con las Naciones Unidas para trabajar conjuntamente en el proceso de repatriación. Casi dos meses después, las agencias internacionales aún no han visitado el lugar propuesto. Desde Bangladesh, el gobierno ha tenido intenciones de evacuar los campamentos trasladando a 100 000 personas a una isla que actualmente es muy vulnerable a las inundaciones. Bangladesh no reconoce el estatus de refugiado de esta población y Myanmar no los reconoce como ciudadanos. Esto convierte a los Rohingya en apátridas.

"Nos han dicho que el proceso de repatriación va a comenzar en breve. Las organizaciones internacionales están a la espera de que se les conceda el acceso al otro lado de la frontera. La repatriación tiene que cumplir con las normas internacionales, de forma voluntaria y garantizando una seguridad total. Para nosotros, la emergencia es ahora: la gente sigue sufriendo, los campamentos están en mal estado y sólo se ha asegurado el 25% de la ayuda humanitaria total", concluye Mahadi Muhammad.

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