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En defensa de los trabajadores humanitarios

04/08/21

Los 17 trabajadores humanitarios de Acción contra el Hambre que fueron asesinados el 4 de agosto de 2006.

Los 17 trabajadores humanitarios de Acción contra el Hambre que fueron asesinados el 4 de agosto de 2006.  

Se cumplen 15 años del asesinato de 17 compañeros en nuestra base de Muttur (Sri Lanka). En Acción contra el Hambre no nos cansamos de pedir justicia por su muerte. En memoria de todos y todas, que dieron su vida por asistir a la población del país, nuestro director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longuéha escrito un artículo para El País rememorándoles y pidiendo a la comunidad internacional determinación para que el derecho internacional prevalezca. A continuación lo reproducimos literalmente o se puede consultar también directamente en el diario El País:

La terrible y trágica letanía de ataques contra el personal humanitario parece no tener fin: desde principios de año hasta el 31 de julio, 284 trabajadores humanitarios han sido asesinados, heridos o secuestrados en diferentes lugares del mundo. Organizaciones humanitarias como Acción contra el Hambre, guiadas por los principios humanitarios de imparcialidad, neutralidad e independencia, estamos profundamente preocupados de que nuestra capacidad para brindar protección y asistencia que salvan vidas, se esté reduciendo.

Conocemos las causas: el desprecio por el derecho internacional humanitario por parte de algunos, especialmente las partes en los conflictos, y la instrumentalización flagrante de la ayuda, provocan la reducción del espacio humanitario.

 

Portada de El Pais con el artículo de Olivier Longué

Precisamente hoy, 4 de agosto, recordamos el asesinato de 17 compañeros de Acción contra el Hambre en la ciudad de Muttur (Sri Lanka), hace 15 años. Nuestros compañeros fueron asesinados mientras se encontraban en nuestra oficina, trabajando con las víctimas del devastador tsunami que acababa de sufrir la isla, junto con los estragos que la guerra civil estaba ocasionando en el país.

Rara vez se había atacado a trabajadores humanitarios con tanta severidad. Este ataque a nuestros compañeros constituía un crimen de guerra. Los Convenios de Ginebra establecen que, en tiempo de guerra la protección de los civiles, al igual que la de los miembros de las organizaciones humanitarias, sigue siendo una norma inviolable.

Durante 15 años, ninguno de los sucesivos gobiernos de Sri Lanka ha actuado en nombre de las víctimas y sus familias, pero la gravedad de este crimen ha sido reconocida por los más altos organismos internacionales, entre los que se encuentra el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que corroboró la participación de las fuerzas de seguridad de Sri Lanka en este ataque y las amenazas a familiares y testigos.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos también subrayó en un informe en enero pasado que: “Sri Lanka permanece en un estado de negación del pasado con esfuerzos fallidos para encontrar la verdad. Y los más altos funcionarios estatales se niegan a reconocer crímenes pasados”.

Desafortunadamente, la masacre de Muttur no es un evento aislado y los ataques a trabajadores humanitarios continúan. Hace dos años, en Nigeria, cinco de nuestros compañeros de Acción contra el Hambre fueron secuestrados, cuatro de ellos fueron asesinados y una de nuestras compañeras, Grace Taku, sigue cautiva. Y en el pasado mes de julio, tres compañeros de Médicos sin Fronteras fueron asesinados en Tigray (Etiopía).

Más allá de la preocupación necesitamos acción. Necesitamos condenas enérgicas, rápidas y claras, seguidas de sanciones severas cuando se viola el espacio humanitario. Las agresiones a trabajadores humanitarios son ataques a la ayuda que prestan y a todos los que la necesitan.

Hoy queremos recordar un hecho que, para nosotros es especialmente trágico, pero dentro de unas semanas (el 19 de agosto) se celebrará el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria y entonces será necesario volver a insistir a la comunidad internacional que debe movilizarse para que no prevalezcan la indiferencia y el desprecio por el derecho internacional. La seguridad de los trabajadores humanitarios, como la de las poblaciones a las que asisten, no es negociable.

Después de apoyar a más de 100.000 personas en Sri Lanka (llevábamos trabajando en aquel país desde 2005), finalmente decidimos dejar el territorio nacional dos años después de la masacre. Además de las víctimas, sus familiares y compañeros, quedó atrás toda una población que necesitaba de nuestra ayuda. Desde entonces, seguimos pidiendo que se haga justicia por todos y todas nuestras compañeras: M. Narmathan, I. Muralitharan, R. Arulrajah, T. Pratheeban, A. Jaseelan, G. Kavitha, K. Kovarthani, V. Kokilavathani, S. Romila, M. Ketheswaran , M. Rishikesan, SP Anantharajah, G. Sritharan, S. Koneswaran, S. Ganesh, Y. Kodeeswaran y ALM Jawffar.

 

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