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Actualidad

La región de Sahel occidental se convierte en el foco del hambre en 2022

08/07/22

 

  • El número de personas afectadas por el hambre en el mundo aumentó hasta los 828 millones en 2021 (casi el 10% de la población mundial), según el último informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’, elaborado por Naciones Unidas. Se confirma que la crisis de “las 3 C”: la COVID 19, la crisis climática y los conflictos –como el de Ucrania- tiene un impacto global devastador.   
  • En su reciente informe Crisis alimentaria en el Sahel, Acción contra el Hambre pone el punto de mira en la región del Sahel, compuesta por Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania y Níger, entre otros países, que acaba de ser añadida a la lista de países que serán foco del hambre en 2022.
  • Acción contra el Hambre hace un llamamiento para una acción “urgente, decidida y colectiva” de los actores tanto públicos como privados para impedir el terrible sufrimiento, tal vez la muerte, de casi 50 millones de personas en la región de Sahel.

El número de personas afectadas por el hambre en el mundo aumentó hasta los 828 millones en 2021, un incremento de alrededor de 46 millones desde 2020 y 150 millones desde el inicio de la pandemia de COVID-19, según se desprende de la edición de 2022 del informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’ (SOFI), publicado por diferentes organizaciones de Naciones Unidas.

“Se está formando la ‘tormenta perfecta’”, afirma el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué, en alusión al hambre en el mundo. “Hay tres zonas donde todos los indicadores están disparados: Oriente Medio, África e incluso Latinoamérica, porque el precio de la comida es inalcanzable para la mayoría y ya han agotado sus reservas después del golpe que supuso la COVID en los países sin sistema de protección social”.

Las causas de este aumento del hambre en el mundo están enmarcadas en un escenario internacional condicionado por el conflicto en Ucrania, los fenómenos climáticos extremos, el impacto económico de la pandemia de COVID-19 y los efectos de la inflación en los precios de los alimentos.

“Hay que recordar que la crisis alimentaria estaba servida antes del conflicto de Ucrania; la COVID-19, el cambio climático y la crisis en Yemen y Líbano ya estaban ahí, con lo cual teníamos una situación crítica antes del conflicto de febrero, algo que ya estábamos denunciando como situación de crisis absoluta. El gran problema que viene con Ucrania no es tanto la falta de comida, sino la subida del precio de los alimentos y la capacidad económica para comprarla”, recuerda Olivier Longué.

Según los datos extraídos de SOFI, crece la brecha de género en la inseguridad alimentaria moderada o grave: el 31,9 por ciento de las mujeres en el mundo la sufrían; casi 3.100 millones de personas no pudieron permitirse una dieta saludable en 2020, 112 millones más que en 2019; y se estima que 45 millones de niños menores de cinco años sufrían de emaciación, la forma más mortal de malnutrición. De cara al futuro, según las predicciones del informe de Naciones Unidas, casi 670 millones de personas (el 8 por ciento de la población mundial) seguirán sufriendo hambre en 2030.

Acción contra el Hambre publicó hace dos semanas, junto con Save the Children, OXFAM y UNICEF, el informe ‘Una crisis alimentaria mundial sin precedentes si no actuamos ya’, del que se desprende que un total de 181 millones de personas están en riesgo de vulnerabilidad extrema en todo el mundo.

Se trata de una crisis global y hay poblaciones afectadas en diferentes zonas del planeta, pero la situación es especialmente dramática en el Sahel occidental y en el Cuerno de África. En el Sahel occidental, 38 millones de personas están en situación de inseguridad alimentaria —la peor crisis en 10 años. Un escenario agravado por el frágil acceso a servicios sociales básicos como la salud, el agua y saneamiento, los efectos de la COVID-19, el cambio climático y la intensificación de los conflictos armados y la inseguridad en la zona.

Los progresos alcanzados en los ODS están en riesgo. “Si no actuamos ya, el objetivo ‘Hambre Cero’ de los Objetivos de Desarrollo Sostenible no solo no se alcanzará para 2030, sino que cada vez nos alejaremos más de su cumplimiento”, concluye Longué.

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