Colombia: respondemos a las necesidades de los migrantes venezolanos en Cúcuta

3 millones de venezolanos han huido del país desde el comienzo de la crisis en 2014. Estamos ante uno de los movimientos de personas más rápidos de las últimas décadas en América Latina. 2,6 millones de personas permanecen en la región. El país vecino, Colombia, ya ha acogido a más de un millón de personas. 

En el último trimestre de 2018 abrimos la base del Norte de Santander que es uno de los pasos fronterizos más concurridos por los migrantes venezolanos. 25 000 personas cruzan hacia Cúcuta cada día. 22 000 son población pendular, es decir, que cruza la frontera para abastecerse pero regresa a Venezuela. 3000 tienen vocación de permanencia o pretenden llegar a países vecinos, en la mayoría de los casos, Perú. 

Paso fronterizo Puente Internacional Simón Bolívar 

En los alrededores del Puente Internacional Simón Bolívar se aglutinan cientos, miles de personas. Muchas de ellas están de paso, entran y salen de Colombia y Venezuela a comprar y vender artículos de primera necesidad. Como en toda zona fronteriza, el comercio es la actividad que marca la vida. Todo se compra y se vende, desde tabaco de contrabando a medicamentos. La mayoría tienen el carnet fronterizo, un documento que da Colombia y que permite entrar y salir del país. A partir de las 4pm el tránsito se agudiza, pues la frontera cierra a las 6pm y todo el mundo quiere llegar a su destino con acopio de productos de todo tipo, pero principalmente productos perecederos, como huevos y demás comestibles, o medicamentos y artículos de pequeña tecnología.

Un fenómeno que se está produciendo es la figura del “carretillero”, personas que se dedican a llevar cargamentos de un lado a otro. Para ello usan todo tipo de recursos, desde carretillas propiamente dichas a sillas de ruedas.

La comunidad indígena yukpa se ha asentado en el paso fronterizo en Cúcuta 

Alimentos, agua potable, letrinas, refugio y ayuda psicosocial son las principales necesidades que nuestros equipos están identificando en las sesiones de evaluación. En el barrio de “Escobal”, en el municipio de Cúcuta (Departamento de Norte de Santander), se ha establecido parte de la comunidad indígena yukpa. Este pueblo, que tradicionalmente habita en la Serranía del Perijá, una zona montañosa que comparten Venezuela y Colombia, se ha visto obligado a abandonar sus tierras, abandonar sus medios de vida a causa de la escasez de alimentos. Agricultores de profesión, cuentan en su lengua nativa que llegó un momento en el que “no había para sembrar, ni que vender ni que comer”.

El campamento se ha erigido sobre carpas hechas con una estructura de madera y cubiertas con lonas de plástico. No tienen acceso a agua segura ni a electricidad. Su cocina es una hoguera, y su baño cualquier lugar de los alrededores. La comunidad está integrada por unas 100 personas, que se dividen en dos grupos. Ambos son organizados por el cacique, tomador de decisiones, llamado don Dionisio, y también cuentan con un líder, Moisés. Muchas de las personas se dedican al reciclaje, con lo que ganan entre 5.000 y 10.000 pesos colombianos diarios que invierten en comprar comida. Las mujeres tejen artesanía y la venden por el centro de Cúcuta, pero como se queja una de ellas: “no tenemos ni con qué hacer nuestros canastos”.

 

Reportaje de Rocío García, voluntaria del proyecto EU Aid Volunteers en Acción contra el Hambre Colombia

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