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Cómo "plantar hierba" salvó a un pueblo del hambre

 

“¿Quién es esa persona que ha venido de Acción contra el Hambre y que está plantando hierba?". Esto es lo primero que pensó la gente después de ver al jefe de base, Joe Joe Zubhayea, encabezando la primera plantación de arroz en Paguir.

Después de tres años, las tierras de cultivo siguen bajo el agua de las inundaciones, obligando a la comunidad de Paguir a depender de alimentos silvestres como los lirios de agua. La pesca se ha vuelto muy importante, pero no todas las familias tienen una red de pesca o una canoa.

"Antes de las inundaciones teníamos grandes huertos en los que cultivábamos maíz y también sorgo con mi marido y mis hijos... Nos iba muy bien. Sólo sufrimos durante esta crisis", dice Nyaok Dieng, que forma parte del equipo que está aprendiendo a cultivar arroz en Paguir.

Encontrar comida se ha convertido en la mayor preocupación de las mujeres de Paguir estos últimos años. Sin embargo, al no poder reunir nunca alimentos suficientes para las familias numerosas, la comunidad en su conjunto ha pasado un largo periodo de hambre.

Además, en el último año, muchas personas han abandonado sus hogares y pueblos porque se los ha llevado el agua. Muchas de estas personas han llegado a Paguir buscando comenzar una nueva vida.

"Este no es mi hogar... Vine a Paguir en septiembre del año pasado por las inundaciones", explica Nyagai Malual, que viajó durante tres días en una estrecha canoa con sus tres hijos detrás mientras remaba. Una vez que Nyaroi llegó a Paguir se dio cuenta de que muchas mujeres de la comunidad estaban ocupadas haciendo algo que ella nunca había visto.

Mujeres cultivando arroz en Sudán del Sur

Las mujeres que han recibido formación se asesoran mutuamente sobre la alineación de sus hileras de arroz plantado al final de cada día. Foto: Peter Caton para Acción contra el Hambre, Sudán del Sur.

 

"Me puse contenta porque vi una plantación de arroz, que es algo muy nuevo para mí. Me fijé en ella para ver cómo era y me sentí muy feliz porque pensé que éste podía ser el plan de Dios. Dios nos quitó la opción de cultivar sorgo y maíz, pero nos dio la del arroz".

Nyagai es miembro del primer grupo de mujeres que forman parte del innovador proyecto del arroz. Ante unas inundaciones que no desaparecen y unas tierras de cultivo que no vuelven, el jefe de base de Acción contra el Hambre, Joe Joe, pensó en darle una vuelta de tuerca y utilizar la inundación en beneficio de la gente.

"Sólo lo hice para ver cómo podíamos enseñar a la gente que estaba interesada en aprender a plantar arroz. Luego, para proporcionar un medio de vida alternativo a la gente de esta región y que más tarde ellos asumieran la idea y pasaran a tener sus propias plantaciones", explica Joe Joe sobre un proyecto tan singular y audaz que iba a poner en manos de la gente una nueva habilidad para maniobrar en la crisis.

El proyecto es también completamente diferente al enfoque habitual de Acción contra el Hambre. Pero fomentar la creatividad es una forma segura de promover la innovación, un valor que Acción contra el Hambre ha apoyado históricamente.

Con la experiencia de Joe Joe sobre el terreno y el entusiasmo del primer grupo de tres aprendices locales, el único reto era hacer que la comunidad creyera en el arroz y en que podían cultivarlo ellos mismos.

"El mayor reto fue convencer a la gente de que esto es algo que pueden hacer. Cuando empecé, la gente decía: '¿quién es esta persona que ha venido de Acción contra el Hambre que está plantando hierba? Porque para ellos era la primera vez que veían plantar arroz. Nunca en su vida habían visto una planta de arroz", recuerda Joe Joe.

"'Esto no es hierba, es arroz'. Sólo después de la primera cosecha la gente se unió a nosotros y dijo: '¡oh, vaya, así es el arroz! Entonces quisieron unirse".

Era un riesgo que merecía la pena correr y el esfuerzo se ha visto recompensado en gran medida. Decenas de mujeres se han mojado los pies y han aumentado su confianza después de aprender la habilidad que podría cambiar la vida en Paguir para mejor.

Formadas por un grupo de miembros de la comunidad que a su vez fueron formados por Joe Joe, muchas mujeres están dominando el arte de la difusión de semillas, la preparación del vivero, el trasplante y la cosecha.

"Llevaremos esta experiencia a nuestras familias... Haré mi parcela de arroz porque el arroz crece en la inundación", dice Nyaok Dieng, que ha luchado por alimentar a sus siete hijos los últimos años. "Puedo hacer mi parcela, prepararla y usar la habilidad que Acción contra el Hambre me dio para que mi familia pueda beneficiarse de esa plantación, pero será mía".

"Es un trabajo duro", dice Nyagai Malual con una sonrisa. "[Pero] aunque nos quedemos aquí desde ahora hasta la noche no me cansaré porque necesito tener más experiencia. En el futuro, llevaré esta experiencia y haré algo por mí misma".

Todavía es demasiado pronto para ver los resultados de haber dotado a la comunidad de nuevas habilidades para hacer frente a la inundación y a la crisis alimentaria. Pero, ya hay un aire de esperanza y un sentido de autosuficiencia que están inundando las calles del pequeño Paguir.

"Me siento segura de cómo cultivar el arroz y las demás mujeres también sienten lo mismo", dice Nyadim Mawich, una de las más apasionadas aprendices del grupo. "Para nosotras, las mujeres, este conocimiento nos eleva a los ojos de la comunidad. Hace que otras personas confíen más en nosotras y también nos respeten más porque tenemos una nueva habilidad traída de fuera. Esto hace que los demás nos respeten. Cuando venimos por aquí, mucha gente dice: 'esta es la gente que sabe cultivar arroz'.

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