Conflictos: ¿qué impacto tienen sobre el hambre?

Su intensificación ha provocado un alarmante aumento del hambre desde 2016. En 2021, 828 millones de personas padecían hambre o malnutrición. De estas personas, 139 millones se encontraban en países en conflicto, siendo los conflictos la principal causa del hambre.

El alarmante resurgimiento del hambre en el mundo va de la mano de la multiplicación de los conflictos armados y del flagrante desprecio del derecho internacional humanitario, del que las poblaciones son las primeras víctimas. La guerra de Ucrania se suma así a una larga lista de conflictos, incluso prolongados, en los que no se satisfacen las necesidades y para los que aún no se ha encontrado una solución política. 

¿CÓMO Y POR QUÉ CAUSAN HAMBRE LOS CONFLICTOS?

El número de conflictos aumenta: en todos los continentes, son cada vez más largos y complejos. Su impacto en las comunidades, agravado por las perturbaciones climáticas, tiene graves consecuencias para la seguridad alimentaria y es una de las causas del aumento de la inseguridad alimentaria, las crisis alimentarias graves y las hambrunas en todo el mundo.

En 2021, casi el 70% de las personas en crisis alimentaria o hambruna vivían en 10 países: República Democrática del Congo, Afganistán, Etiopía, Yemen, norte de Nigeria, Siria, Sudán, Sudán del Sur, Pakistán y Haití. Los conflictos y la violencia fueron los principales causantes del hambre en siete de estas crisis alimentarias. Somalia, Yemen, Afganistán y Sudán del Sur son los países más afectados, con casi 500.000 personas viviendo en condiciones similares a la hambruna.

Los conflictos provocan hambre al desplazar a la población (incluidos los agricultores) y sumir a las comunidades en la pobreza. Impiden la producción agrícola, destruyen los bienes y las reservas alimentarias. También perturban los mercados al elevar los precios y socavar los medios de subsistencia. 

En muchos países, el hambre también se utiliza como arma de guerra. Bloquear la ayuda a la población, destruir las infraestructuras de agua potable y saquear los recursos alimentarios (o atacar los mercados) son tácticas que ahora se utilizan pero que rara vez se condenan.

Sin un compromiso político firme y un acceso inmediato, las necesidades mundiales siguen creciendo. Los actores humanitarios ven cada vez más limitadas sus actividades, no sólo por las partes en conflicto, sino también por los estados y los donantes que promulgan leyes, medidas o aplican sanciones internacionales que limitan la capacidad de respuesta de los actores humanitarios y su impacto directo en las comunidades.

ACCESO HUMANITARIO EN ZONAS DE CONFLICTO 

El agravamiento y la aceleración de las crisis están llevando la vulnerabilidad y la exposición a nuevas cotas. El acceso a la respuesta y los servicios humanitarios basados en los principios de neutralidad, imparcialidad e independencia sigue siendo un reto en la mayoría de los países en los que actúa Acción contra el Hambre, mientras que en algunos el hambre se utiliza como táctica de guerra, pero rara vez se condena.

Además, el espacio humanitario sigue reduciéndose, el derecho internacional humanitario se viola repetidamente y los principios humanitarios se cuestionan con regularidad. Los ataques a trabajadores humanitarios siguen aumentando impunemente, y la politización de la ayuda de los estados a las ONG obstaculiza la eficacia y eficiencia de la ayuda y supone un grave riesgo para las operaciones, el despliegue de emergencia y el personal humanitario. 

¿CÓMO DETENER ESTE CÍRCULO VICIOSO? 

Para romper el ciclo, Acción contra el Hambre hace un llamamiento a los responsables políticos para que consideren el hambre como una consecuencia, una causa y un posible motor de los conflictos, entre otras cosas trabajando en las causas profundas del hambre en situaciones de conflicto y garantizando que se eliminan los principales obstáculos a la respuesta humanitaria.  

Imágenes: Serhi Mykhalchuk para Acción contra el Hambre, Alexis Huguet para Acción contra el Hambre.