"El año que viene correré muchas más vueltas"

Son las diez en punto de la mañana y la Fundación Arenales de Carabanchel comienza su jornada escolar. Pero hoy, 17 de mayo, no es un día corriente, hoy se percibe un ambiente distinto. Los altavoces están colocados en el patio y, aunque no hace el sol de los últimos días y las temperaturas han descendido, ondea brillante una pancarta colgada de una de las porterías. En ella se puede leer en letras gruesas verdes y azules: “Carrera Contra el Hambre”.

Es el quinto año que la Fundación Arenales se anima a colaborar con Acción Contra el Hambre en este proyecto. Días antes de la carrera, se dan sensibilizaciones a las diferentes clases de todos los colegios participantes. En estas charlas se disipan dudas sobre cómo trabaja Acción Contra el Hambre, qué es la desnutrición o a qué país van destinados los fondos captados. Para conseguir el dinero, los participantes necesitan el patrocinio por parte de familiares o amigos. De esta manera la concienciación no queda solo en el aula, sino que se difunde entre muchas más personas. En 2019 el lugar destinatario de la recaudación es el Chad, Estado centroafricano que sufre una gran crisis relacionada con la carencia de agua.

 

Los corredores de primaria e infantil salen al patio entusiasmados luciendo sus dorsales en el pecho. La música comienza a sonar y se ven sonrisas, ojos nerviosos e incluso algún que otro baile espontáneo antes de la línea de salida. Cada grupo corre durante diez minutos por un recorrido marcado con conos a lo largo del campo de fútbol, acompañados de algún que otro miembro del profesorado que se anima a participar.

“La carrera y las sensibilizaciones son días para recordar a los niños y a sus familias que son parte de la carrera. Los preparamos en resistencia y hablamos sobre la alimentación saludable, porque así se toman la carrera con más ilusión” explica María Ivorra, coodinadora de la carrera y profesora de Educación Física.

 

Según avanza la mañana cada vez más participantes salen a correr y aquellos que ya han terminado se colocan en el margen para animar y chocar a sus compañeros y compañeras. Palmas, vítores y música inundan el patio del colegio. “Yo corro para que todos los niños tengan agua” o “no es justo que nosotros tengamos comida y ellos no” son algunas de las reflexiones que se escuchan entre los asistentes.

La carrera no ha acabado, los alumnos y alumnas del Colegio Educación Especial Cambrils, perteneciente a la Fundación Arenales, salen a sus marcas. Estos corredores con discapacidad son conducidos por sus educadores, además de por otros niños y niñas, para completar la carrera. Sus manos entrelazadas avanzan entre risas y ánimos poco a poco hasta la línea de meta, donde se les recibe con de gran entusiasmo. Nacho Martín, director del colegio, remarca la inclusión que se da en esta carrera solidaria: “Para los alumnos de educación especial saber que no solo son ellos los que son ayudados, sino que también pueden ayudar, significa mucho”.

Desciende el volumen de la música y los grupos se retiran del campo de fútbol. El griterío disminuye, las voces se alejan y se introducen en el edificio. Quedan en el patio un par de corredoras rezagadas, mientras una le abre la puerta a otra para meterse en clase le comenta “el año que viene correré muchas más vueltas”.

 

Crónica de Lucía Heras, estudiante en prácticas en Acción contra el Hambre (Universidad Carlos III de Madrid).

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