El emprendimiento femenino juvenil, un camino por recorrer

En mi experiencia liderando programas de emprendimiento he visto a mujeres decididas, fuertes, con valentía y con ganas de luchar por su proyecto emprendedor. Pero emprender es un proceso duro, lleno de obstáculos y, en el caso de las mujeres, estas barreras son todavía más arduas. Algunas abandonaban el proceso porque se veían a sí mismas menos preparadas que los hombres, con una autoestima menor y más miedo al fracaso, además de que percibían menos apoyo de su entorno.

En Acción contra el Hambre hemos realizado un informe sobre la brecha de género en el emprendimiento juvenil. Y una de sus conclusiones es que crece el número de emprendedoras, pero en sectores más precarios, como es el de servicios. Esto se traduce en una menor remuneración, mayor competencia, márgenes de beneficio reducidos, menores posibilidades de supervivencia y menor innovación tecnológica. De hecho, el 85% de las mujeres que emprenden lo hacen en el ámbito de los servicios (comercio minorista, servicios de atención a personas). También explica que todos los jóvenes entrevistados para la investigación identificaban la conciliación laboral como un asunto exclusivo de mujeres, sin plantearse el papel de los hombres en la misma. Y esto es algo que debe cambiar ya.

Hasta ahora, las competencias asociadas al perfil emprendedor son competencias más asociadas a lo masculino, como puede ser la competitividad, agresividad en los negocios o asunción de riesgos. Sin embargo, este perfil ha ido cambiando de forma que actualmente se valora la orientación a la clientela, la amabilidad o la flexibilidad, asociado más a lo femenino y, por lo tanto, hay que reforzar la identificación de las mujeres con estos rasgos y destacarlos como positivos a la hora de emprender.

También es necesario incorporar los indicadores ‘femeninos’ de éxito o beneficio no estrictamente económicos como son el impacto social, cultural y medio ambiental del producto o servicio para que las mujeres se sientan identificadas con la figura de ser una persona emprendedora de éxito.

El emprendimiento no puede hacer oídos sordos a esta sociedad, cada vez más, feminista. Hay que abrir paso a las miles de mujeres que están pidiendo igualdad y mismos derechos que los hombres, no solo en las empresas sino en todo el mercado laboral. Esto significa, fomentar la corresponsabilidad y la igualdad de acceso a todos los sectores y, desde las escuelas y el ámbito de la educación, promover un entorno igualitario en el emprendimiento.

 

Artículo escrito por Ana Alarcón, gestora de los programas de emprendimiento en Acción contra el Hambre.

 

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