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El vínculo entre madres y padres con sus hijos es esencial para el tratamiento de la desnutrición

 

La República Centroafricana está sumergida en un clima de violencia desde 2013. Los conflictos han provocado una crisis humana sin precedentes. Las tensiones entre comunidades están destruyendo el tejido social. 

Según el Plan de Respuesta Humanitaria 2019, 2,2 millones de personas necesitan asistencia humanitaria para acceder a los servicios básicos. La magnitud y la complejidad de la crisis centroafricana ha dado lugar a la movilización de la comunidad humanitaria, que se ha manifestado en la llegada de un número importante de orgaanizaciones para responder a las necesidades urgentes de la población. La falta de financiación sigue obstaculizando la capacidad de las ONG para permanecer y proporcionar la asistencia necesaria frente a las cada vez mayores necesidades.

Las prácticas inadecuadas de atención infantil y los problemas de salud mental tienen causas y consecuencias asociadas a la desnutrición. Desde agosto de 2018, la Unidad de Nutrición Terapéutica del Centro Pediátrico de Bangui ha sido financiada a través de proyectos de Acción contra el Hambre apoyados por el Fondo Bêkou ("esperanza" en Sango), el Fondo Fiduciario Europeo para la República Centroafricana. Nuestros programas de salud mental y prácticas de atención ayudan a reducir el impacto de la desnutrición al fortalecer la resistencia psicosocial de la familia y mejorar el vínculo entre madres y padres con sus hijas e hijos para ayudarles a superar la desnutrición.

SENSIBILIZAR SOBRE LA DESNUTRICIÓN

C. es una niña de 7 años originaria de Bangui, la capital. El 3 de enero de 2019, llegó al Centro Pediátrico de Bangui en estado crítico debido a su tardía hospitalización, acompañada de su tía, también su tutora ya que C. no conocía ni a su madre ni a su padre. Su madre biológica murió unas semanas después de dar a luz y su padre nunca la reconoció. A pesar de los signos de desnutrición, muchas creencias rodean los síntomas de la desnutrición y la tía pensó que la enfermedad debía ser tratada por curanderos y curanderas tradicionales. Cuando C. gritaba por la noche y no comía, al principio la tía pensó que se trataba de un hechizo. Consultó a varias personas curanderas hasta que una de ellas le dijo que llevara a su hija al hospital. Durante este tiempo la salud de C. se deterioró.

"A menudo los beneficiarios y las beneficiaras prefieren utilizar los métodos tradicionales. Nuestro papel es aconsejar y explicar. Luego aceptan el tratamiento, pero para una minoría es un obstáculo. Hay que hacer que la persona entienda para poder aceptar el cuidado", explica David, Oficial de Información, Educación y Comunicación en Bangui.

La tía llevó a la niña a la sala de emergencias del hospital, donde el personal concluyó que tenía anemia. C. fue ingresada en la sala de emergencias pediátricas durante dos días, muy debilitada y con dificultades para hablar. Luego fue remitida a la Unidad Terapéutica Nutricional: su estado de desnutrición era total. Pesaba sólo 13,4kg y medía 1,14 m cuando empezaron a tratarla. Al estar en coma fue llevada directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos.

El equipo de enfermería tuvo que ponerle oxígeno durante 3 semanas. Durante este período, no hablaba ni reaccionaba a las palabras, ni a las caricias, ni siquiera a su tía.

"ERA COMO SI NO PUDIERA SENTIR LA PRESENCIA DE NADIE".

HERMINE BANGUI, RESPONSABLE DE PRÁCTICAS DE ATENCIÓN

Nuestros equipos le proporcionaron leche terapéutica a través de una sonda. A partir de la segunda semana, empezó a reaccionar, pero aún le costaba abrir los ojos. Fue un momento difícil para su tía. Durante el coma, la tía recibió atención psicológica y técnicas de relajación, además de apoyo durante su hospitalización.

FORTALECIMIENTO DEL VÍNCULO ENTRE MADRES Y PADRES CON SUS HIJAS E HIJOS
Nuestro personal también le mostró cómo estimular a la niña. Esta implicación en la recuperación de C. ayudó a fortalecer la relación entre la familia y la niña. Mediante bolas de espuma, estimulamos el cuerpo de la niña, sus músculos, y le ayudamos a salir de ese estado de letargo sintomático de la enfermedad.

Después de tres semanas, empezó a abrir los ojos y a reaccionar con pequeños gemidos y expresiones en su cara. Empezaba a mover sus dedos, sus pies, se giraba de costado y reaccionaba a su nombre. Ya no necesitaba oxígeno, pero pasó unos días más en cuidados intensivos antes de entrar en la fase aguda.

Todos los días, su tía acudía a los talleres de Salud Mental y Prácticas de Cuidados sobre  baños y masajes. Tras un mes, C. logró sentarse sin ayuda pero todavía no se comunicaba o lo hacía con dificultad. Sólo respondía asintiendo con la cabeza, pero era capaz de sostener su taza de leche, mostrando una fuerza renovada.

Después de un mes y medio comenzó a caminar por si misma, moviéndose mediante columpios y patinetes. Estos juegos le ayudaron mucho a recuperar sus fuerzas y a poder volver a caminar.

Su tía continuó participando en los grupos de discusión y dio testimonios sobre la importancia de la atención. Su dedicación fue un factor importante en la recuperación de C. y subraya la importancia del vínculo entre una madre y un padre con su hija o hijo.

RESULTADOS

El 11 de febrero, C. fue dada de alta pesando 14,5 kg. Fue transferida a la unidad ambulatoria nutricional terapéutica de St. Joseph's donde actualmente continúa sus cuidados.

Nuestros equipos de salud mental y prácticas de cuidados trabajan contra el impacto de la salud mental en la población como causa y consecuencia de la desnutrición. Gracias a nuestros programas de promoción de buenas prácticas de atención, nuestro personal médico fomenta la mejora del bienestar de las niñas y los niños y sus familiares para limitar las consecuencias de la desnutrición en el desarrollo de las niñas y los niños y en el vínculo con sus madres y sus padres.

Desde el comienzo de nuestras actividades, 711 niñas y niños que padecen desnutrición han sido atendidos por nuestros equipos. Asimismo, se han organizado 675 talleres de psicoestimulación dirigidos a 545 grupos de discusión para niñas y niños mayores y menores de 5 años.

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