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Etiopía: 1 de cada 5 niños desnutridos en la frontera con Sudán del Sur

Etiopía: 1 de cada 5 niños desnutridos en la frontera con Sudán del Sur

Centro de recepción de población refugiada, en la frontera entre Etiopía y Sudán del Sur. 

Los retrasos en el reasentamiento provocan un hacinamiento alarmante: el número de refugiados y solicitantes de asilo se duplicó en febrero

Los retrasos en el reasentamiento provocan un hacinamiento alarmante, ya que el número de refugiados y solicitantes de asilo se duplicó en febrero.

Con la atención mundial centrada en el conflicto en la región de Tigray, en Etiopía, en el oeste del país se está desarrollando otra crisis. En febrero, el número de refugiados y solicitantes de asilo se duplicó en Pagak, en la frontera de Etiopía con Sudán del Sur, espoleado por el conflicto, la inseguridad alimentaria y las inundaciones en Sudán del Sur.

Pagak, un área de recepción temporal de población del tamaño de dos campos de fútbol, ​​está superpoblada y mal equipada para hacerse cargo de las importantes necesidades de agua, saneamiento, salud y alimentos de las más de 16000 personas que actualmente buscan refugio.

Desde Acción contra el Hambre hemos examinado a cerca de 2000 niñas y niños refugiados menores de cinco años en el Centro de Recepción de Pagak, solo entre el 17 y el 19 de febrero de este año. Los datos arrojan que el 20,8% de los niños sufrían desnutrición aguda, incluido el siete por ciento diagnosticado con enfermedades agudas graves. Esta prevalencia es más del doble de lo que la Agencia de la ONU para los Refugiados considera una emergencia de salud pública grave.

“Teníamos una vida feliz y contábamos con suficiente comida, hasta que mi esposo murió en la guerra civil. Vine aquí porque mis hijos se estaban muriendo de hambre”, relata Nyabuony Puoch, una mujer de 30 años y madre de cuatro hijos. La familia caminó durante siete días antes de poder pedir dinero prestado para pagar el transporte a Pagak. Su hija menor está recibiendo tratamiento por desnutrición.

Por lo general, las personas como Nyabuony son reasentadas en campamentos oficiales a las pocas semanas de llegar a Pagak, pero la COVID-19 ha estancado el registro y el reasentamiento, dejando a miles de familias atrapadas en campamentos superpoblados y con riesgo de padecer hambre y enfermedades. Se desconoce el alcance de la propagación de la COVID-19 debido a la falta de pruebas diagnósticas.

Muchos de los nuevos refugiados y solicitantes de asilo llegan desnutridos, después de viajar durante varios días o incluso semanas. Más del 70 por ciento de las personas en Pagak son mujeres y niños.

"Es una situación terrible", en palabras de Abdulwasi Yusuf, coordinador de Acción contra el Hambre para la región de Gambella, en Etiopía, donde se encuentra Pagak. “Los suministros de alimentos son extremadamente limitados y muchas madres refugiadas han recurrido a la búsqueda de provisiones en los bosques cercanos para comer y alimentar a sus hijos con hojas y nueces silvestres”.

Los servicios de agua y saneamiento de Pagak escasean, carece de un hospital y tiene poca capacidad para brindar cualquier otro tipo de apoyo esencial. Las condiciones en el congestionado centro de recepción hacen que los brotes de enfermedades, como el cólera y el COVID-19, y su rápida propagación sean una posibilidad real y peligrosa. Muchos refugiados necesitan tratamiento médico por desnutrición u otros problemas de salud, sin embargo, el centro de salud más cercano está a más de 15 kilómetros de distancia, sin un sistema de transporte fiable.

Desde Acción contra el Hambre hacemos un llamamiento al gobierno de Etiopía para que reanude el registro de refugiados y solicitantes de asilo, lo que permitiría a las autoridades reasentar a miles de familias vulnerables en Pagak en campamentos oficiales. Nuestros equipos también están brindando tratamiento nutricional a los niños pequeños y, con el apoyo del Programa Mundial de Alimentos, UNICEF y la Agencia de la ONU para los Refugiados, estamos distribuyendo galletas de alto contenido energético a niños, mujeres embarazadas y madres lactantes, y hemos ampliado nuestros programas nutricionales de emergencia.

“La vida aquí es muy difícil porque venimos de lejos. No tenemos comida, herramientas, refugio, jabón, ropa… Recogemos leña, recolectamos frutas silvestres para vender y, a menudo, trabajamos llevando agua para los comerciantes y poder así pagar comida”, cuenta Puoch.

“Pagak no es un campo de refugiados. Es un centro de recepción donde se supone que la gente se queda durante días o semanas, no meses. Hacemos un llamamiento urgente al Gobierno etíope, a las Naciones Unidas y a los donantes para que apoyen la reubicación de la instalación de recepción en un lugar más adecuado. Necesitamos mejorar las condiciones allí, asegurando intervenciones de salud y nutrición, raciones de alimentos y servicios básicos de agua, saneamiento e higiene, así como más pruebas de COVID-19”. Panos Navrozidis, director de Acción contra el Hambre en Etiopía.

Acción contra el hambre en Etiopía

Trabajamos en el país desde 1985, brindando apoyo en nutrición, seguridad alimentaria, salud mental y agua, saneamiento e higiene a las comunidades más necesitadas. En 2019, nuestro equipo de 615 personas brindó ayuda a más de 950 000 personas mediante programas sensibles al género para promover la seguridad alimentaria y los medios de vida; de tratamiento de la desnutrición; y de servicios de agua, saneamiento e higiene que promuevan la resiliencia a largo plazo.

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