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Etiopía: Hamusit combate contra el hambre

Etiopía, desnutrición, hambre

 

Años ochenta. El norte de Etiopía sumergido en una de las peores crisis humanitarias de la historia: “Una hambruna bíblica en pleno siglo XX”, describió el reportero Michael Buerk para la BBC al documentar aquellas escenas de muerte y desesperación en el campo de refugiados. Imágenes que entrarían en nuestros hogares por las pantallas del televisor y quedarían grabadas en nuestra retina para siempre.

A pocos kilómetros de Korem, donde se refugió una gran parte de las personas que huían de la guerra y el hambre, se encuentra el pueblo de Hamusit. Hoy, un pueblo que hace frente a las recurrentes sequías con proyectos de resiliencia. Una de las familias que lo habitan es la de Demberie, que vive con su marido y cinco hijos en una casita de abobe cubierta por pintura blanca. Kibru, el hijo mayor, recuerda cómo le ha cambiado la vida en los últimos años:

Etiopía, desnutrición, hambre

-Antes teníamos que caminar con el ganado todo un día en busca de pasto, pero ahora, con el forraje que producimos en casa, ya no hace falta. Ese tiempo lo empleo en ir a la escuela.

Kibru habla del proyecto de hidroponía que Acción contra el Hambre ha implementado en la región de Waghimra, donde la poca disponibilidad de pasto para los animales es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la población, que depende al 90% de la ganadería y la agricultura. “En muchos casos las familias no tienen acceso a una tierra que les permita alimentar a los animales de la manera tradicional”, dice Gebris Ayalew, jefe del proyecto en la región. La mayor parte de la tierra se utiliza para la agricultura, lo que sumado a la escasez crónica de agua y una infraestructura de irrigación pobre, la situación es muy difícil.

Etiopía, desnutrición, hambrePara combatirlo, esta familia ha construido una plataforma a base de madera y plásticos en la que está cultivando pasto hidropónico, un método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. “Esta técnica les ha permitido producir alimento para el ganado de gran calidad y a bajo coste, incrementando así su resiliencia, ya que juega un papel muy importante en la sostenibilidad y economía familiar”, explica Ayalew.

Así, toda la familia se ha involucrado en el proceso. Demberie se encarga de ir a buscar agua a primera hora de la mañana. Al regreso, su marido, Kiros, riega las plantas y Kibru, el niño, que ya ha ordeñado a las cabras, sale con ellas de paseo hasta el río para que puedan beber. A las 10 está de regreso, con lo que emplea el resto de la mañana en preparar la lección antes de las 12, que es cuando le toca ir a la escuela. Es entonces cuando el padre se encarga de sacar el forraje y alimentar a las cabras.

- Con este alimento las cabras han mejorado su salud reproductiva y con su leche alimentamos a nuestros hijos pequeños, además de vender lo que nos sobra en el mercado, explica Kiros.

Etiopía, desnutrición, hambreEn la tarde, Demberie acude a la reunión de mujeres, donde las madres del pueblo hablan sobre la salud materno-infantil y la nutrición de los niños. Una de las mujeres es Shewagu Beyene, que se beneficia también de una actividad generadora de ingresos. Se trata de la creación de un sistema de ahorro y crédito social. Ella, que es madre soltera de dos niños, ha lanzado su propio negocio de “berbere”, un tipo de chile seco que acompaña casi todos los platos.

Etiopía, desnutrición, hambreShewagu no ha tenido una vida fácil: la casaron con 14 años y después del nacimiento de su primer hijo, se separó y viajó a Addis Abeba para intentar conseguir trabajo. Las cosas no salieron como esperaba, así que regresó a Hamusit un par de años más tarde embarazada y enferma. Con el nacimiento de su segunda hija la situación empeoró aún más y a penas tenía nada con lo que poder sobrevivir, excepto la ayuda de su madre. De modo que cuando se enteró del proyecto de Acción contra el Hambre se apuntó sin pensárselo dos veces.

- Obtuve un préstamo de 5 000 Birr y tres ovejas. Con ese dinero me animé a comenzar el negocio y las cosas han ido muy bien: en dos años he logrado ahorrar hasta 20 000 Birr y mis ovejas se han reproducido, ahora tengo cinco.

En este proceso ha estado guiada por la organización, que le ha formado en técnicas empresariales, como llevar la contabilidad. Pero también el grupo de mujeres que participan en el proyecto se ha convertido en su punto de apoyo.

Etiopía, desnutrición, hambre- Tenemos un sistema de crédito social, -explica esta joven madre-. Nos reunimos todos los sábados para intercambiar información y ver cómo van nuestros negocios. Además, ingresamos 40 birr mensuales al fondo, que ahorramos para las emergencias, como por ejemplo para ayudar a una mujer que ha da a luz o algún familiar que cae enfermo.

Shewagu, que nunca pensó que podría salir del agujero negro en el que estaba sumergida desde hace años, es a día de hoy una mujer independiente y clama a los cuatro vientos: “¡He recuperado la esperanza!”. Una esperanza que ya ha bañado a todo el pueblo de Hamusit y se va extendiendo poco a poco por toda la región en la infatigable lucha contra el hambre.

 

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