Jéssica, Guatemala: "desde niña quise dedicarme a la salud pública, a ayudar a las personas"

La sequía causada por “El Niño”, así como las pérdidas causadas por la roya del café, produjeron pérdidas significativas en la producción agrícola y afectaron las principales fuentes de ingresos de las familias a lo largo del Corredor Seco guatemalteco en los últimos cuatro años. Debido a que la mayoría de los pequeños agricultores han perdido entre el 75 y el 100% de los cultivos, la seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables que viven a nivel de subsistencia se ha deteriorado gravemente.

Nutricionista ayudando a una familia en Guatemala

Jéssica Coronado siempre tuvo su vocación clara: “Desde niña supe que quería dedicarme a la salud pública. Yo quería ayudar a las personas”, dice la nutricionista clínica de Acción contra el Hambre a cargo del departamento técnico en Guatemala. “Cuando terminé la escuela ingresé en la facultad de medicina, pero al tercer año tuve que salir porque mi familia no podía mantener los costes”, explica. Después se quedó embarazada pero al poco tiempo de dar a luz su marido les abandonó. Esto, aunque fue un golpe bajo, no supuso un freno en la carrera de Jéssica: al año siguiente ingresó en la facultad de nutrición e hizo malabares con el tiempo para estudiar, trabajar y criar a su hijo. “Fueron años duros”, asegura, “pero tuve la suerte de contar con el apoyo de mis padres”.

Trabajadora de Acción contra el Hambre con una familia en Guatemala

Cuando se graduó trabajó unos años para el Estado en un Centro de Recuperación para niños con desnutrición aguda hasta que en el año 2012 fue seleccionada por Acción contra el Hambre para dirigir los programas de nutrición en la base de Chiquimula, en el oriente del país. “Esto me dio la oportunidad de trabajar en las comunidades, estar al pie del cañón, algo que ansiaba desde hacía tiempo”, admite.

A Jéssica, con 39 años y una larga experiencia en el sector, aún se le llevan los demonios al hablar de la desnutrición en su país: “Es indignante que en 18 años, cuando al fin el Estado puso un ojo en este asunto, solo se haya reducido un 3% la desnutrición crónica”, dice visiblemente afectada. “Los sucesivos gobiernos han tenido buenas intenciones, pero pocos hechos”, explica. Y es que “el 95% de la tierra está aún en posesión del 5% de la población, lo que ejemplifica bien el grado de desigualdad al que está sometida Guatemala”.

Aún así, esta mujer menuda de tamaño y gigante de voluntad no se rendirá fácilmente. La vida le ha enseñado que hay que luchar por lo que se quiere y después de haber criado a un hijo sano y fuerte, su siguiente deseo más ferviente es promover el conocimiento entre la población, empoderar a las comunidades, remover conciencias y en resumen hacer todo lo que esté en su mano por reducir ese monstruoso porcentaje (80%) de desnutrición crónica entre los niños indígenas de Guatemala.

Serie fotográfica sobre la desnutrición crónica en Guatemala 

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