María Josefina Roque, de 30 años, pertenece a la etnia maya chortí, muy castigada por la historia y por la naturaleza. Frente al ecosistema social de profundo patriarcado puede decirse que Josefina es una pionera vecinal y una heroína universal. Ha vencido las barreras del machismo imperante y del analfabetismo al que, especialmente las mujeres, están abocados los miembros de su comunidad, La Ceiba Talquezal, en Jocotán, departamento guatemalteco de Chiquimula, muy cerca de la triple frontera con El Salvador y Honduras. Esta mujer se ha convertido en la secretaria del banco de semillas de su comarca y es presidenta de la junta escolar. En una comunidad en la que las mujeres viven completamente relegadas a labores domésticas y del campo, Josefina ha saltado todos esos límites. Tras un tiempo lleno de rechazos más o menos explícitos en su entorno social, ha acabado siendo aceptada por aquellos mismos que antes la despreciaban por ser mujer. Y todo eso, con cuatro hijos a su cargo, sin mayor ayuda que la de su anciana madre.
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