¿La pandemia de la COVID-19 impulsará la economía social?

Artículo escrito por Ana Alarcón, responsable de los programas de emprendimiento

El contexto actual nos ha hecho replantearnos como sociedad los actuales modelos económicos. Las empresas tienen la responsabilidad social de afrontar dichos retos, enmarcados en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la sociedad no debe perder de vista los objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad de nuestro planeta.

Desde Acción contra el Hambre llevamos tiempo apostando por modelos de negocio sostenibles, que incluyan en su estructura de base valores como la igualdad de género, la sostenibilidad medioambiental y el impacto social positivo. Una apuesta clara por sistemas económicos respetuosos con el medio ambiente y dónde las personas sean el centro.

Nuestro trabajo por el emprendimiento inclusivo proporciona herramientas, recursos y apoyo para generar medios de vida a personas en situación o riesgo de vulnerabilidad. Consideramos que el emprendimiento colectivo a través de fórmulas de economía social son una alternativa eficaz para crear empleo digno y de calidad además de ser modelos más resilientes a las crisis como se viene demostrando en los últimos tiempos.

¿Qué es la economía social?

Las cooperativas, las sociedades laborales, así como otros modelos de economía social han demostrado su resistencia en épocas de crisis, ya que su foco es el mantenimiento del empleo y no la generación de beneficios, al estar en manos mayoritarias de las personas trabajadoras la toma de decisiones estratégicas.

¿Qué busca la economía social?

Por lo tanto, la recuperación económica es una oportunidad para generar empleo inclusivo, más igualitario y que ofrezca condiciones dignas y estables, características que se pueden estructurar a través de la economía social, cuyo propósito es una sociedad inclusiva y sostenible.

Cabe destacar también el papel que cumplen este tipo de empresas en las zonas rurales, su conexión con el territorio y las personas las convierten en un elemento dinamizador de la actividad económica, clave para el desarrollo rural y la creación de empleo en estas áreas, que impiden la despoblación y huida a las zonas urbanas.

Por último, tenemos que poner el foco en las personas jóvenes, el mercado laboral no está dando respuesta a las necesidades de empleo de la juventud -la tasa de desempleo juvenil que supera el 40% lo pone de relieve-. Los nuevos valores por los que apuestan gran parte de jóvenes, con un potente compromiso con el medio ambiente y la igualdad, así como nuevas formas organizativas más colaborativas y horizontales de afrontar el trabajo, no están encontrando encaje con algunos modelos empresariales existentes. Por ello, el emprendimiento juvenil a través de la economía social, les proporciona un marco en el que desarrollarse profesionalmente, incorporando valores alineados con sus preocupaciones actuales, sus formas de organización, sus propósitos, y los modelos económicos.

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