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Mauritania: la primera victoria de Ousmane

 Mauritania, desnutrición, niño, tratamiento

 

–  Dime Aminata – le pide el agente psicosocial –¿cuántos días lleva Ousmane con fiebre? Con los dedos, ella indica que dos, que tres, que dos. Su hijo, de año y medio, no abre los ojos. La diarrea, los vómitos y la malnutrición le han dejado sin fuerzas. Está al borde del desfallecimiento. Le devuelven por momentos las ráfagas de dolor, pero después se desmadeja de nuevo, como si se rindiera.

Tampoco a la madre le queda energía después de haber cargado con el bebé hasta el hospital de Selibaby, al sur de Mauritania. Hagan ustedes algo por él, porque yo ya no puedo, dicen los ojos de Aminata muy abiertos, que hablan por ella porque ella no dice nada, mientras su niño emite ese ayyyyyy, tan igual en todas las lenguas.

Mauritania, niño, desnutrición, hambreEl enemigo principal de esta región fronteriza con Mali y Senegal es la desnutrición, nombre médico del hambre. Los pacientes llegan al hospital con infecciones o malaria, pero generalmente, su problema real es la falta de alimento, que anula sus defensas. Una vez que ingresan en el Centro de Rehabilitación Nutricional Intensiva (CRENI), apoyado por la ONG Acción contra el Hambre, el tratamiento dura una media de dos semanas.

Solo en Selibaby recibieron 2 795 casos el año pasado. A veces se quedan cortos: no tienen capacidad para todos, sobre todo en el periodo de soudure, de junio a septiembre, el tiempo entre las dos cosechas. El equipo hace todo lo que puede, los intentan estabilizar y recuperar, pero no siempre lo consiguen. Algunos mueren. A pesar del trágico entorno, hay un hombre que baña cada rincón con su entusiasmo. Es Pape Sall, un agente psicosocial que trata a los pacientes como si fueran sus propios hijos.

Aminata, es, en realidad, otra niña. Tiene 17 años. Mientras la enfermera examina al pequeño Ousmane, Pape Sall pregunta a la madre si tiene más hijos. La niña admite que sí abriendo mucho los ojos y achicando la voz, sí, el primero lo tuve a los 14. ¿Quién te ayuda en casa? Mi suegra. ¿Y tu marido? Está en trashumancia. ¿Y cómo es posible que no hayas venido antes a buscar ayuda? Vivo lejos, indica la niña apenas con la mano porque se le va el aliento.Mauritania, niño, desnutrición, hambre

Las enfermeras se ocupan de Ousmane. Le pesan, le miden, le toman la temperatura y una vez que todos los indicadores confirman que el niño sufre desnutrición aguda severa con complicaciones médicas, empieza el tratamiento: leche F-75, y amoxicilina. Aminata observa con una preocupación dolorosa que su hijo sigue sin abrir los ojos. Las horas pasan, el atardecer deja paso a la oscuridad y se acuestan juntos en una camilla del hospital bajo una mosquitera. En la misma habitación duermen otras cinco mujeres con sus hijos. En la de al lado, tres más.

A la mañana siguiente , Ousmane se despierta apático, sin apetito. Las enfermeras le dan la leche terapéutica y el antibiótico, pero el ánimo de Aminata solo mejora el tercer día, cuando Ousmane abre los ojos para pedirle comida. Tiene hambre. “Desde que salí de la aldea, en cada momento me decía que mi niño iba a morir. Solo cuando he visto de nuevo sus ojos, he recuperado la esperanza”, cuenta Aminata, que poco a poco ella también se va abriendo. Ha hecho amigas entre las otras madres y cuenta que especialmente una, ha sido de gran ayuda: “El caso de su hija me ha reconfortado. Si ella, que estaba muy enferma, ha salido adelante, Ousmane también lo conseguiría”, dice con una sonrisa sincera.

Plumpy Nut, cuidados y juegos

Al cuarto día, el pequeño ya devora el alimento terapéutico Plumpy Nut, una pasta a base de cacahuete. Después Pape Sall organiza una animación grupal. En ella, madres y niños se reúnen sobre una alfombra salpicada de juguetes. Incita a Aminata a jugar con Ousmane, que se encapricha con una bola del mundo que es casi más grande que él.

–Hay que ganarse la confianza de las familias –explica Sall–. Si el médico les pregunta “¿cómo estás?”, responderán siempre “bien”. Pero si sienten que nos preocupamos por ellas y por sus hijos nos contarán cómo están de verdad. Es importante entender qué hay detrás de cada caso para ayudarles en la recuperación.

Mauritania, niño, desnutrición, hambreAminata acaba contando que la mantienen sus suegros, porque su marido no tiene medios. Él está ahora en Malí con el ganado y aún no se ha enterado de que su hijo menor está enfermo. “Para mí todo es una gran carga. Me gustaría que él estuviera aquí para que viera lo cansada que estoy”, explica ella. Después, preguntada por su matrimonio precoz responde avergonzada “No fue mi elección, yo quería seguir estudiando, pero mis padres me obligaron”. Este no es un caso aislado; en Mauritania, el 32% de las mujeres contraen matrimonio antes de los 18 años y según un informe de UNICEF existe una clara relación con la desnutrición de niños nacidos de madres adolescentes.

El 1 de julio de 2019, Ousmane recibe el alta del CRENI. “Su recuperación ha sido muy rápida”, cuenta Safiatou, la responsable del centro, “en solo cinco días, ha ganado medio kilo, la fiebre ha desaparecido y con ella, cualquier complicación médica”. Aminata sonríe. “El tratamiento contra la desnutrición lo podrá continuar desde casa. Ousmane ha salido de peligro”, añade la responsable. La emoción envuelve el momento y la madre corre a recoger sus bártulos. Cuando el taxi llega, se encaminan hacia él casi volando”.  

Mauritania, niño, desnutrición, hambreLa media hora que dura el trayecto hasta Zenyga, Ousmane va muy quieto y pavorosamente callado. Viene cansado de una lucha colosal y aún no sabe que ha triunfado. Al llegar a su aldea en el desierto, ver su casa de barro y a su familia esperándole en la sombra de un techo de paja, ahora sí, como si comprendiera por fin que se ha salvado, empieza a llorar. Primero bajito, como ensayando, y después muy fuerte, afianzado en su grito de victoria.

Lys Arango

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