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Mujeres que apuestan por volver al campo para ser emprendedoras sociales y sostenibles

 

Acción contra el Hambre ha celebrado este 20 de enero una jornada para conocer la situación laboral de la mujer emprendedora en el mundo rural. En este evento online han participado los profesores de la Universidad de Oviedo Begoña Cueto e Israel Escudero, que han hablado del informe que realizamos juntos en verano de 2020 sobre las oportunidades laborales en el mundo rural asturiano, cinco mujeres emprendedoras, que han contado su experiencia en este camino emprendedor, y Carmen Martínez, científica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha ofrecido una conferencia sobre el desarrollo de iniciativas de economía circular en el Principado.

Asturias, al igual que otras regiones como Galicia y Extremadura, están sufriendo un despoblamiento sin precedentes, aunque "existen nichos de mercado que pueden reducir este problema y atraer población", señalan los profesores. El sector agroalimentario muestra un gran potencial en la economía verde y se puede convertir en el generador de empleos sostenibles."Esto se traduce en empleos relacionados con la recuperación de cultivos abandonados, las conservas de productos, la creación de plataformas de comercialización y distribución compartida de productos agrícolas y alimentarios o locales y la intermediación entre producción y consumo", han explicado Cueto y Escudero. Siguiendo con el sector primario, "el reciclado de productos forestales, la creación de plataformas para compras de maquinaria en común o la cooperación con otras actividades, ganaderas o no, de la zona rural deparan oportunidades para nuevos negocios". También surgen en el sector secundario, como la venta de material para la bioconstrucción, y terciario, como el turismo de experiencias, cultura y deporte de aventura.

El coloquio entre mujeres emprendedoras se ha escuchado a Verónica Sánchez de Kikiricoop, Cristina Secades de Kiwin Bio, Natalia Suárez de Woodic, Elena Suárez y Ana Marcos de Panduru, y Noelia García de Pitasana. Todas ellas coindicen en que su proyecto emprendedor “tenía que ser social, sostenible con el entorno, y con perspectiva de género porque entendemos que nosotras somos parte de la solución de lo que está pasando en el medio rural”.

Verónica Sánchez siempre tuvo claro que quería retornar al pueblo, sobre todo, cuando se dio cuenta de que “el mercado laboral no podía absorber todo el talento y darnos un sueldo acorde”. A Cristina Secades le pasó algo parecido, que siempre estuvo en contacto con la tierra, con la agricultura, y, en especial, con las mujeres de su familia que se habían dedicado al sector primario: “para mí, dedicarme al la agricultura es recordar a esas mujeres del campo, que fueron el pasado, el presente y serán el futuro”.

“El pueblo no solo es agricultura. La digitalización ofrece una oportunidad única para construir negocios en diferentes sectores”.

El caso de Natalia Suárez es distinto. Quería huir del pueblo, irse a las grandes urbes, dejar atrás el campo pero empezó a sentir “esencias que estaban dentro de mí, experimenté el problema de la conciliación, de mi falta de proyección personal, etc. Y me di cuenta de que la mejor opción era abandonar Barcelona”. Esta emprendedora, que produce piezas de diseño de cerámica, revindica también la necesidad de entender que “puedes venir al campo y no dedicarte a la tierra, puedes abrir un despacho de abogados, una consultoría…”. Ana Alarcón, responsable de los programas de emprendimiento en Acción contra el Hambre, recalca esta idea de la emprendedora: “El pueblo no solo es agricultura. La digitalización ofrece una oportunidad única para construir negocios en diferentes sectores”.

Noelia García ha hablado sobre la importancia de tejer red, crear comunidad en los pueblos y construir sinergias. "Esas redes que existen en otras comunidades, como en Galicia, no existen aquí. Y mucho menos en la parte de Asturias occidental, que nos sentimos abandonados". La experta Carmen Martínez, investigadora científica del CSIC, coincide en el abandono que ha sufrido la parte occidental de esta región.

A través de la ciencia, Martínez indica que en el proyecto piloto que está liderando pretende "facilitar alternativas para la creación de microindustrias que aúnan tecnología puntera, conocimiento, recursos agrícolas, cultura y capital humano del lugar". Este proyecto nace tras descubrir que en zonas despobladas y olvidadas existe "un patrimonio agrario desconocido y que podría ser puesto en valor y constituir una fuente de riqueza de alto rendimiento económico". 

Promover el consumo local, visibilizar a esos emprendedores rurales -que llevan toda la vida en el pueblo con ese negocio-, crear tejido social, facilitar el retorno de personas interesadas en regresar al pueblo, construcción de servicios públicos de calidad y escuchar a la población local. Así, solo así, el mundo rural puede frenar el éxodo que está sufriendo. 

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