República Democrática del Congo: entre el conflicto y la desnutrición

El conflicto se intensificó en enero de 2019 y nuevamente en abril de 2020 con el lanzamiento de una ofensiva armada por parte de las fuerzas gubernamentales contra las milicias locales. Estos enfrentamientos han deteriorado enormemente la situación humanitaria allí: 1,6 millones de personas son desplazados internos y casi 2,8 millones necesitan ayuda humanitaria en Ituri.

Desde finales de 2019, originalmente para luchar contra una emergencia nutricional y luego contra la enfermedad por el virus del Ébola, desde Acción contra el Hambre estamos implementando actividades destinadas a prevenir y combatir la inseguridad alimentaria y la desnutrición.

En algunas partes de Ituri, en la zona de Drodro, el 6,5% de los niños menores de cinco años padece desnutrición aguda severa. Las cifras más altas se encuentran entre los niños y niñas que han sido desplazados por la violencia: el conflicto es uno de los motores del hambre.

Patience Uwezo, de 8 meses, ingresó por desnutrición aguda severa en el centro de salud de Saliboko hace dos meses cuando pesaba solo 4,1 kilogramos. Después de 6 semanas de tratamiento, está mejorando. Su madre, Irène Dz’dha Tchuda, es agricultora; su casa fue incendiada durante los enfrentamientos entre las milicias locales y las fuerzas gubernamentales. “En mi casa nos falta comida. Aunque tenemos cultivos, no tenemos suficiente para comer”, dice Irene. “Llevé a Patience al centro porque tenía diarrea y su piel había cambiado de color."

"ESTOS ÚLTIMOS MESES NO HEMOS CONOCIDO LA PAZ. LA GUERRA HA ACABADO CON MI NEGOCIO.NO CONTAMOS NI CON LO MÁS BASÍCO EN CASA.”
 

IRENE DZ'DHA TCHUDA

SALIBOKO, REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO

Saliboko se ha visto muy afectada por el conflicto de Ituri. Las casas fueron incendiadas y saqueadas, lo que obligó a sus habitantes a buscar refugio en la selva, abandonando sus posesiones y medios de subsistencia. Atrapado entre dos incendios, el centro de salud también sufrió daños, como demuestra Jean-Faustin Lombuni Ndjula, jefe del grupo Saliboko. Las marcas de las balas en las paredes del edificio son un recordatorio de la violencia a la que están expuestas estas poblaciones.

“Somos un pueblo campesino”, explica Jean-Faustin Lombuni Ndjula,“y cuando la seguridad regrese a nuestro entorno, podremos reanudar nuestras actividades. Esperamos que todo salga bien. Además de la agricultura, necesitamos educación porque nuestros hijos no han ido a la escuela durante mucho tiempo. Además de eso, también necesitamos estructuras de salud, es una gran necesidad para nuestra población."

El año pasado, casi 160 escuelas resultaron dañadas y al menos 79 centros de salud fueron destruidos en Ituri. La falta de estructuras básicas, la destrucción y el desplazamiento que provocan la pérdida de acceso a los campos de cultivo y a los mercados, de fuentes de agua potable, de atención médica, refuerzan la vulnerabilidad de las poblaciones más expuestas y contribuyen a la inseguridad alimentaria y a la desnutrición.

Para luchar contra el hambre, a corto plazo, nuestros equipos están poniendo en marcha programas de asistencia alimentaria de emergencia con distribuciones alimentarias, de acceso al agua potable y de prevención y tratamiento de la desnutrición. A más largo plazo, apoyamos a los centros de salud capacitando a su personal y brindando tratamientos nutricionales. Debido a que la seguridad alimentaria y nutricional también requiere el acceso a alimentos saludables, nutritivos y diversificados, hemos puesto en marcha un proyecto de horticultura para apoyar a los agricultores de manera sostenible de acuerdo con los principios de la agroecología.

Célia Vilcoq, nuestra coordinadora en Ituri, está particularmente orgullosa de las distribuciones alimentarias y su impacto. “Cuando la aldea de Saliboko fue destruida completamente por grupos armados y el centro de salud fue saqueado, las perspectivas de futuro para la gente eran muy oscuras. Unas semanas después, pudimos montar distribuciones de alimentos, que permitieron el regreso de la población, porque todos habían huido al bosque y perdido sus medios de subsistencia, sus campos de cultivo. Así, las personas regresan con un mínimo de comida y pueden reubicarse en el pueblo."