Tras cuatro años de sequía en el Corredor Seco, el hambre amenaza a un millón y medio de personas

Tras tres años de lluvias irregulares en la región del Corredor Seco guatemalteco, el país arrastra un periodo de sequía en la época de siembra en 2014, precedido de tres años de lluvias irregulares, poniendo en peligro la seguridad alimentaria de casi un millón y medio de personas. En las zonas rurales, donde habita más del 50% de la población, las familias agotan sus mecanismos de supervivencia. 
Lideramos un consorcio de organizaciones humanitarias para la respuesta a la sequía en el Corredor Seco en Guatemala ante la pérdida de los medios de vida de 276.000 familias en toda la región

“Más de la mitad de las familias del Corredor Seco se enfrenta a una situación de emergencia, que puede seguir deteriorándose hasta agosto, cuando se recogería la primera cosecha de la temporada”, apunta Miguel Ángel García, director de Acción contra el Hambre en Guatemala. “Además, el fenómeno de El Niño, que afecta a la frecuencia y cantidad de las precipitaciones, reducirá el rendimiento de las cosechas de granos básicos de septiembre”.

En 2014, la región del Corredor Seco que atraviesa Centroamérica sufrió una sequía durante los meses de julio, agosto y septiembre. Una época crítica, la de siembra, para el desarrollo de los cultivos, donde la disponibilidad de agua determina la rentabilidad que se obtenga de la cosecha. Se estima que de las 275.625 familias afectadas por la sequía, el 70% perdió la cosecha de la primera siembra y el 80% no cuenta con reservas de cereales (Programa Mundial de Alimentos, 2014).

Situación de emergencia

Desde el pasado diciembre, el 15% de media de las familias que viven en las zonas rurales del Corredor Seco guatemalteco entró en un estado de inseguridad alimentaria severa. Una gran parte ya estaban adoptando estrategias de supervivencia (reducción del número de comidas diarias, reducción de la cantidad…) ya que no cuentan con reservas de grano básico desde marzo.

Falta de cobertura sanitaria

Los servicios de salud públicos han vuelto a verse interrumpidos por segundo año consecutivo en las áreas rurales de numerosos municipios. La baja prevalencia de desparasitación y vacunación, y enfermedades como el sarampión son un indicador indirecto de la falta de acceso a los servicios de salud. Esta situación es un gran factor de riesgo en la actual situación de sequía, con un potencial impacto en el estado nutricional de los niños y niñas de las familias más vulnerables.

Nuestra respuesta
Desde la organización, en consorcio con otros actores humanitarios y gracias a la financiación del Departamento de Ayuda Humanitaria y Protección Civil de la Comisión Europea, se trabaja para responder a esta situación. “Tan importante es la respuesta a las necesidades inmediatas de las comunidades afectadas por la pérdida de sus medios de vida a través de distribuciones alimentarias y transferencias monetarias, como aspectos como la formación en prácticas agrícolas con un enfoque de resiliencia, las buenos hábitos alimentarios mediante la diversificación de la dieta usando productos locales o unas buenas prácticas de protección de los puntos de agua.”, señala Jairo Paizano, coordinador de la respuesta de Acción contra el Hambre en el Corredor Seco. “Además, la suma de capacidades entre ONG, compartir herramientas y recursos de manera coordinada nos permite llegar a más personas con necesidades”, añade.

Asimismo, se trabaja en la capacitación del personal de los servicios de salud locales para facilitar el diagnóstico y la derivación de los casos de desnutrición aguda, en la diversificación de las fuentes de ingresos mediante la implementación de microcréditos y dinero en efectivo para los programas de trabajo, y en la promoción de  la creación de fondos de emergencia comunitarios.