Análisis del año

Balance 2016

La ayuda humanitaria está en proceso de reconfiguración. El enquistamiento de muchos conflictos, la crisis demográfica y el cambio climático han modificado radicalmente el escenario de la ayuda en los últimos años. Desde Acción contra el Hambre somos conscientes de la importancia crucial de adaptarnos a estos cambios. Muchas vidas van en ello.

Tras la Cumbre Humanitaria de Estambul, la comunidad internacional confirma por fin su voluntad de trabajar en la anticipación a los desastres y no solo en aportar respuestas después de que se produzcan. El enfoque de prevención y preparación no solo permitirá una reducción del número de víctimas sino una disminución del impacto económico de los desastres, algo muy necesario en un marco de aumento de la intensidad y la recurrencia de los desastres naturales. Acción contra el Hambre emprendió esta senda, creando un departamento técnico específico para la investigación e innovación en este sentido, hace ya algunos años. Hemos visto el impacto de este trabajo en países como Filipinas (el segundo más golpeado por desastres naturales) o los países del Sahel o Centroamérica, donde solo la generación de resiliencia puede proteger a la población contra sequías que demasiadas veces acaban cobrándose vidas de niños por desnutrición.

Esta multiplicación exponencial de las emergencias nos ha llevado a redoblar nuestros esfuerzos logísticos, humanos y financieros y también a analizar más en profundidad la calidad de nuestras intervenciones. Nos hemos reforzado técnica y metodológicamente para una mejor recogida de datos sobre las personas que ayudamos. Estamos creando una base de evidencias objetivas y científicas que no solo nos permiten ser más eficaces, sino también visualizar mejor los cambios que conseguimos.

Estos y otros logros han sido posibles al uso que hemos hecho de los fondos recibidos, que mostramos aquí detalladamente. No se trata solo de una exigencia de transparencia sino también de un deber moral y ético a la hora de entender el impacto positivo que conseguimos en la vida de los 14,6 millones de personas en cerca de 50 países en 2016. En 2017 seguiremos trabajando para que ningún niño muera de hambre. Esta es la batalla que tenemos que ganar, y la ganaremos entre todos y con vuestro apoyo. Lo demás podrá llegar solo cuando erradiquemos la desnutrición de nuestro planeta.

Olivier Longué
Director General

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