Desigualdad de género: origen y consecuencia del hambre

En casi todos los contextos las mujeres son las más vulnerables al hambre y padecen más dificultades de acceso a una alimentación segura y equilibrada. A menudo la vulnerabilidad al hambre no es una cuestión biológica, sino social.

Por ejemplo, en muchas sociedades existe la creencia de que los hombres necesitan comer más cantidad y variedad que las mujeres o que las mujeres deben comer en último lugar. Esta situación tiene consecuencias directas en el estado nutricional de las mujeres: 6 de cada 10 personas con hambre crónica son mujeres y niñas.

La desigualdad de género en el acceso a los recursos, la educación y la sanidad 

Las mujeres tienen menos oportunidades de educación, de sanidad y de empleo remunerado. Socialmente se espera que puedan cuidar y alimentar a la familia; pero a la vez no tienen los recursos necesarios ni el control de los ingresos familiares como para comprar alimentos. Desde una perspectiva cultural, las mujeres con menos oportunidades de recibir educación, tendrán menos conocimientos sobre la desnutrición y de cómo prevenirla.

Muchas veces las mujeres tampoco tienen control sobre los recursos. Cuando no se les permite trabajar, poseer tierra o una propiedad, dependen de los hombres de la familia para sobrevivir. Las mujeres producen el 70% de los alimentos del mundo pero poseen menos del 20% de la tierra. Si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso a los recursos que los hombres, el número de hambrientos en el mundo podría ser reducido en hasta 150 millones.

En cuanto al acceso a servicios sanitarios adecuados, en muchos casos las mujeres embarazadas no reciben el cuidado necesario en parte por la falta de recursos. 500.000 mujeres mueren durante el parto o post-parto cada año y la anemia está directamente relacionada con el 20-40% de las muertes. 

Vulnerabilidad de la mujer durante el embarazo y periodo de lactancia

La lactancia materna es fundamental para garantizar el buen estado nutricional de los niños en contextos de emergencia. Que un recién nacido tenga la posibilidad de ser amamantado por su madre reduce las posibilidades de que muera durante los cinco primeros años de vida entre un 12% y 20%, más que cualquier otra medida preventiva.  “El apoyo emocional a las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia tras el tifón Haiyan frenó muchos casos de desnutrición en Filipinas. El bloqueo de sus emociones, la ansiedad y el sentimiento de culpa las anestesió e impidió que dieran el valor suficiente a las necesidades de sus hijos” cuenta la psicóloga Núria Diez. Nuestros programas de Baby Tents ayudan a que las madres puedan continuar con la lactancia en momentos de estrés post-traumáticos como pueden ser las emergencias y conflictos. La ansiedad, el pánico, el insomnio, la culpabilidad y la ruptura del apego madre-hijo son los principales síntomas psicológicos que padecen las mujeres en momentos posteriores a las emergencias. 

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