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Conflicto en Marawi, Filipinas: “El asedio ha acabado con la basura de la que vivíamos”

 

El 23 de mayo de 2017 comenzaba uno de los asedios más largos de los últimos años. No fue en Siria. La batalla de Marawi comenzó cuando el Ejército filipino intentó capturar a Isnilon Hapilon, el jefe de una milicia que juró lealtad al Estado Islámico. El grupo Maute se aliaba después con la milicia, haciendo la batalla más larga y mortal. En total, cinco meses de combates que convirtieron a Marawi en una ciudad fantasma, con un paisaje menos retransmitido pero muy similar a la Alepo destruida y con miles de desplazados.

Arma Dulon, de 45 años, se ha dedicado toda su vida a trabajar en un vertedero. Según explica, no es una vida fácil aunque ahora depender de él se ha vuelto imposible. Ella y su marido llegaron a Marawi en 2001, huyendo de una lucha entre clanes. Tuvieron seis hijos y ganaban dinero de la recogida de materiales reciclabes entre la basura de Marawi. Sin embargo, el conflicto en esa ciudad lo cambió todo: "resistimos un mes hasta que llegaron varios miembros del ISIS y se escondieron aquí. No queríamos que nos mataran así que salimos de nuestra casa y caminamos hacia un lugar seguro", explica. Huyeron a la ciudad de Baloi y se refugiaron en un centro de evacuación hasta que pudieron volver a la ciudad.

Sin embargo, ahora no hay trabajo en Marawi. La ciudad ya no genera basura y por lo tanto, el negocio del reciclaje está prácticamente acabado. A Arma y a su familia ya no les queda comida, ni siquiera un poco de arroz: "mi hija pequeña, Alimira, ha estado muy enferma, a punto de morir. Primero tuvo sarampión y después enflaqueció hasta que sus ojos perdieron el brillo. Las personas mayores decían que era por la contaminación causada por las bombas. Pero yo creo que también es por la basura y el agua que bebemos, que está contaminada. Si a esto le sumas la ausencia de comida creo que el resultado es obvio", explica Arma. 

Sin dinero para hospitalizarla, Arma asegura que pensó que su hija iba a morir. Sin embargo, nuestros equipos en la zona se hicieron cargo de la pequeña. Ahora son beneficiarios de nuestros sobres terapéuticos para ella, comida y artículos de higiene. Sin embargo, Arma sigue teniendo muchas dudas sobre su futuro y el de su familia: "estamos muy agradecidos, aunque desconocemos hasta cuándo durará esta ayuda. Y lo más importante: ¿Después qué?", se pregunta. 

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