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Historias

De la teoría a la práctica: cambiando la realidad

Rôle essentiel que jouent les femmes dans tous les domaines de la lutte contre la malnutrition aiguë

Photo: Toby Madden  

Entrevista a Noemi López Ejeda

Noemi es investigadora y parte del equipo del proyecto ICCM + (Integrated Community Case Management, por sus siglas en inglés) de Acción contra el Hambre. En esta entrevista, habla sobre su trabajo, los principales desafíos de la desnutrición a los que se enfrenta la investigación científica y el papel fundamental que desempeñan las mujeres en todos los ámbitos de la lucha contra la desnutrición aguda.

¿Cómo llegaste a Acción contra el Hambre?

Estaba haciendo mi tesis doctoral sobre obesidad infantil en la Universidad Complutense de Madrid, cuando mi grupo de investigación, EPINUT, empezó a colaborar con Acción contra el Hambre para analizar las bases de datos generadas por las encuestas SMART. Fue mi primer contacto con la organización y con el mundo de la ayuda humanitaria. Surgió una oportunidad como responsable de proyectos de investigación e innovación. Fue entonces cuando comencé a comprender el papel fundamental que puede desempeñar la investigación científica para mejorar la eficacia y la eficiencia de las respuestas humanitarias. Después de completar mi doctorado, tuve la oportunidad de unirme al proyecto iCCM + como investigadora, hace ya más de tres años.

¿Cuál es tu papel dentro del proyecto iCCM +?

Desempeño un papel de investigación. Una de mis principales tareas es revisar periódicamente la evidencia científica o técnica publicada, sobre temas de interés para nuestras intervenciones. Esto nos permite identificar lagunas de evidencia y, a partir de ahí, diseñar estudios de investigación para cubrir esas lagunas, siempre tratando de adecuar la metodología a las circunstancias particulares de cada contexto. Una vez iniciado el estudio, mi función es monitorear la calidad de los datos recibidos y, finalmente, su análisis para dar respuesta a las preguntas que nos planteamos al inicio. Por último, pero no menos importante, también participo en la difusión de estos resultados a través de conferencias y publicaciones científicas.

Creo que es una gran ventaja que una figura investigadora se incorpore a la propia organización, porque permite seguir el desarrollo diario de los proyectos, ser consciente de las dificultades. Todo ello permite contextualizar mejor los resultados obtenidos.

¿Cuál ha sido o es el principal desafío en tu trabajo?

Mi caso es un poco especial porque vengo del mundo académico y antes de Acción contra el Hambre no había tenido contacto con el mundo humanitario. Me resultó difícil comprender la dinámica de las actividades de terreno y el rol de los diferentes actores como donantes, ministerios, organizaciones, grupos comunitarios, familias, etc. Para eso ha sido fundamental leer mucho, escuchar mucho y, sobre todo, preguntar mucho. Una vez que me entré en contacto con los contextos reales en los que se está llevando a cabo la investigación, el principal desafío ha sido encontrar un equilibrio entre la obtención de evidencia de alta calidad y la operatividad. A veces, la situación en el terreno hace que sea imposible aplicar los estándares científicos (lo que llamamos ensayos clínicos controlados aleatorios de muestras grandes). Necesitamos determinar qué parte de la metodología de máxima calidad se sacrifica para que la evidencia generada refleje la realidad de los contextos en los que trabajamos y sea útil para escalar la intervención.

¿Cómo te sientes formando parte de este proyecto?

Para mí formar parte del equipo de iCCM + es una constante satisfacción personal y profesional. La investigación que se realiza en el ámbito académico a veces se aleja un poco de la sociedad. Las preguntas que surgen de las necesidades reales del entorno no siempre se priorizan y la evidencia producida en ocasiones permanece en el dominio de la teoría científica y nunca termina en la práctica. Es realmente inspirador saber que lo que se investiga puede cambiar la realidad de los grupos más vulnerables. Acercar el tratamiento de la desnutrición aguda a las comunidades de manera integrada con otras enfermedades no solo salva muchas vidas, sino que también fortalece las capacidades de las familias y las comunidades.

Además, creo que es importante señalar que, a diferencia de otros campos científicos, la investigación actual sobre nutrición humanitaria está siendo realizada predominantemente por mujeres. En nuestro caso, contamos con mujeres brillantes en todos los niveles del proyecto iCCM +, de la que aprendo todos los días. Desde Pilar Charle, Pilar Crespo y Fanta Touré, hasta la coordinación y desarrollo técnico en la sede y la oficina regional, Finou Mendy como jefe de investigación en Senegal o Salimata Samaké para coordinar operaciones en Mali. Sin mencionar, por supuesto, a todas las trabajadoras comunitarias de salud, madres y cuidadoras que son las verdaderas impulsoras del cambio en sus familias y comunidades. Desde aquí, agradezco a todos los miembros del equipo su arduo trabajo en la lucha contra la desnutrición aguda y por cambiar la realidad de las personas.

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