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Actualidad

LA ACCIÓN HUMANITARIA EN CONTEXTOS DE INSEGURIDAD

10/01/19

Acción contra el Hambre  

La cara oculta de la intervención humanitaria en situaciones de conflicto

Sábado  a las 5 de la tarde. Me bajo del avión  en el aeropuerto de Abuja, la capital de Nigeria. Una alerta de noticias salta en mi teléfono para informarme de que un grupo armado de guerrilleros ha asesinado a doce granjeros en sus campos al nordeste del país. Evitando el ruido de las armas de fuego que podría haber alertado a los militares, los grupos operativos usaron machetes, una herramienta mucho más silenciosa pero igual de efectiva.

Esto ocurrió a 20 kilómetros de Maiduguri, la capital del estado de Borno en la parte nordeste de Nigeria, a donde voy al día siguiente para documentar el trabajo diario de mis colegas sobre terreno durante dos semanas.

El domingo llegué a Maiduguri. Nueva información. Dos muertes y varios heridos en tres pueblos cerca de la ciudad. Los insurgentes saquearon las casas y robado los suministros alimentarios antes de prenderles fuego.

Experimentar el conflicto en curso

Día tras día, se acumula información macabra. El pueblo está pasando por un conflicto diario junto con el hambre. Cerca de 2 millones de personas han sido desplazadas en los tres estados de Borno, Yobe y Adawama. Han encontrado refugio en los campos formales e informales y en los pueblos de acogida.

Nueve años después de que el conflicto empezara, las Naciones Unidas estima que 27 000 personas han muerto y que más de 800 000 viven todavía en áreas inaccesibles. El conflicto en curso está privando a la población de los medios de vida y de la asistencia vital, empeorando las tasas de desnutrición entre los más vulnerables. Cerca de 2,9 millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentaria severa y 440 000 niños sufren desnutrición aguda severa.

Intervenir a pesar de la inseguridad

Es pronto por la mañana en Maiduguri; el día empieza como siempre con una reunión dirigida por el coordinador del área, Anthony, y su colega que se encarga de seguridad, Ahmed. Alrededor de 50 personas están de pie en la sala. Escuchan con atención las instrucciones, que decide el contenido de su día y, finalmente, el de la gente a la que ayudan.

 

Los ataques en los campos de desplazados en las afueras de la ciudad, rumores de planes violentos en la ciudad de Monguno donde operamos, personas arrestadas con dispositivos explosivos, incidentes en los puestos de control… Ahmed hace una lista de los hechos y pregunta si alguien tiene información adicional. Al final, nos recuerda «este repaso de la situación de seguridad no es para compartir historias. Bajo ninguna circunstancia se debe dejar que los procesos de seguridad se conviertan en algo aburrido para vosotros. Borno se está llegando a ser un ambiente de alto riesgo para los trabajadores humanitarios».

Dado que algunos de mis colegas se preparan para ir a Monguno, a 140 kilómetros de Maiduguri, Anthony me informa de que la decisión es irrevocable; no me puedo unir a ellos a causa de los últimos hechos ocurridos y al contexto de deterioro humanitario. A mediados de octubre, los grupos armados de la oposición ejecutaron a dos cooperantes de la Cruz Roja Internacional que habían sido secuestrados previamente. La política manda no pagar nunca un rescate para evitar fomentar este tipo de ataques. Si lo combinamos con los últimos datos recabados, los cuales parecen confirmar un aumento de la violencia, la misión prefiere cancelar el viaje.

Más allá de la frustración está la cuestión de operar en un contexto en el que los cooperantes se ponen en riesgo por el trabajo que hacen, es decir, por proporcionar ayuda a las comunidades más vulnerables. Por mi parte, puedo sentirme afortunado; mis visitas a terrenos breves y detalladamente supervisadas. Como responsable de comunicación no  soy un activo salvavidas, no hay necesidad de forzar la situación para ir a algún sitio, pero algunos de mis colegas rescatar a veces significa poner en peligro la vida de otros, de quienes cuentan con la ayuda.

 

Acceder a las áreas más remotas

Monguno, un pueblo cuartel rodeado de trincheras  está protegido por los militares. Hay dos formas de llegar a esta ciudad: a través de la carretera y los diferentes puestos de control –en los cuales mis colegas deben solicitar una autorización semanal que les expone a ataques— o por medio del helicóptero de las Naciones Unidas que puede realizar vuelos de forma limitada.

Las condiciones de intervención en directo son precarias: ya no contamos con una red móvil, nuestros equipos pueden comunicarse a través de radios de alta frecuencia. Importar algunos productos como carburante, fármacos, fertilizantes es también muy complicado, lo cual aumenta la carga de los comerciantes, costes de transporte y, en consecuencia, el precio del mercado. Esto supone un impedimento para llevar a cabo una recuperación. Al mismo tiempo, las necesidades de la población son enormes. Monguno se convirtió rápidamente en un lugar de refugio para las personas que huían de los ataques perpetrados por grupos de guerrilleros. Aún hoy en día, algunos llegan de partes a las que los actores humanitarios no pueden acceder.

Anthony es el coordinador de Acción contra el Hambre en Borno. Comparte su experiencia y nos cuenta «Recuerdo una de visitas a terreno en Monguno. Tuve la oportunidad de hablar con uno de los activistas comunitarios, que había expresada de forma clara la desesperante necesidad de un niño de 24 meses que padecía desnutrición. Volvía de un área que hacía poco que había sido sometida al control del ejército nigeriano. Este niño necesitaba alimentos básicos».

Conseguir alimentos no es cosa fácil. Monguno se encuentra en un área rural, en la que la mayoría de la gente vive de la agricultura. Con el conflicto y las medidas de seguridad que el ejército ha establecido, la gente no puede cultivar a más de 5 kilómetros de la ciudad. Es casi imposible que en esas condiciones mantener una familia, ya sea por consumo personal o por venta de productos.

Las estrategias de intervención deben ser diseñadas de acuerdo con las limitaciones de terreno con el fin de alcanzar a las personas más vulnerables de la forma más eficaz.

«Hemos establecido un apoyo monetario para 11 890 familias en Monguno. Estas reciben 25 000 naira mensuales, la media de la cantidad estimada para una cesta de la compra. Este apoyo toma la forma de bonos de comida que permite a la gente elegir los alimentos de proveedores específicos que son capaces de importar comida a la ciudad por sus propios medios y que cumplen los criterios de selección en términos de responsabilidad», explica Titus, responsable de Seguridad Alimentaria y Medios de vida de Borno.

«Con respecto a este niño —concluye Anthony— nada más escuchar su historia, Acción contra el Hambre fue capaz de dar un giro a su vida, creo que como organización, una vez que invertimos más tiempo y con recursos, deberíamos ser capaces de llegar a más niños y dar a aquellos que se han visto afectados por el conflicto una oportunidad y un futuro. Podrían ser los próximos profesores o médicos y enfermeros de Nigeria».

A  pesar de las limitaciones de acceso y seguridad, fuimos capaces de mantener a más de 4,8 millones de personas en 2017 con asistencia humanitaria y de desarrollo. Ayudamos a desplazados internos y a las comunidades de acogida a desarrollar nuevos recursos a través de las transferencias monetarias, pero también a luchar contra la desnutrición a través de actividades de nutrición, seguridad alimentaria y medios de vida y agua, salud e higiene.

 

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