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“NUESTRO OBJETIVO NO DEBE SER EL HAMBRE CERO, SINO LA DESNUTRICIÓN CERO”

12/04/24

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Acción contra el Hambre desarrolla el programa de transferencias monetarias Tarjetas de Ayuda Solidaria  

A día de hoy, todavía a veces seguimos confundiendo desnutrición, inseguridad alimentaria y hambre. Y, aunque formen parte de una misma realidad que afecta a más de 6 millones de personas en nuestro país (el 13% de los hogares españoles), no son lo mismo.

La inmensa mayoría de veces, el hambre conlleva desnutrición. La inseguridad alimentaria, también. Pero estas dos, desnutrición e inseguridad alimentaria, conducen en muchas ocasiones al hambre. ¿Conoces estos conceptos y cuáles son las consecuencias de padecer cada uno de ellos?

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el hambre es “una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo insuficiente de energía alimentaria, que se vuelve crónica cuando la persona no consume una cantidad suficiente de calorías de forma regular para llevar una vida normal, activa y saludable”. Esta es la idea más extendida cuando pensamos en falta de alimentos.

Otro concepto es la desnutrición. “Si logramos el hambre cero, estaremos en un punto de partida para prevenir la desnutrición”, explicaba la gerente del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas y coordinadora de la Clínica de Nutrición y Dietética de la Universidad Católica de Valencia, Alma Palau, invitada a la jornada “El hambre invisible en España: el reto de medir y prevenir la inseguridad alimentaria”.

Y es que la desnutrición o malnutrición puede presentarse –siempre según la FAO– como emaciación, retraso del crecimiento o insuficiencia de vitaminas o minerales, pero también como sobrepeso, obesidad y las consiguientes enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación.

 

La inseguridad alimentaria, nuestro foco de trabajo

La inseguridad alimentaria es un concepto un poco más amplio, ya que abarca toda la situación de incertidumbre e inestabilidad sobre el suministro de alimentos que, además de al hambre, puede llevar a quienes la padecen a mantener dietas poco saludables que acaben provocando malnutrición o desnutrición.

Por eso, desde Acción contra el Hambre trabajamos por atajar el problema de la inseguridad alimentaria desde la base, antes de que se convierta en cualquiera de las otras realidades. “Tenemos que medir la inseguridad alimentaria porque es importante para conocer el fenómeno y poder cuidar nuestras acciones”, decía el creador de la Escala FIES y estadístico y economista senior de la FAO, Carlo Cafiero, “lo que no se conoce es muy difícil de gestionar”.

Y es por eso que, en el encuentro “El hambre invisible en España: el reto de medir y prevenir la inseguridad alimentaria” celebrado hace ya un mes –donde Cafiero participó como ponente–, se avanzó uno de los innovadores proyectos de Acción contra el Hambre para monitorizar y prevenir la inseguridad alimentaria: un Sistema de Alerta Temprana que permita medir este fenómeno.

Pero, además de prevenir, hay que mitigar y reducir los efectos de esta inseguridad en las vidas de quienes la padecen. Y aquí es donde entran en juego otros dos ejes fundamentales de nuestra organización en España: la mejora de la empleabilidad y la inserción sociolaboral, y la ayuda a personas en situación de vulnerabilidad extrema a través de programas de transferencias monetarias.

En primer lugar, los programas de mejora de la empleabilidad tienen un objetivo claro: si una persona puede acceder a un buen trabajo con una remuneración digna, no tendrá que escoger entre comprar la cantidad adecuada de alimentos nutritivos y saludables o pagar la hipoteca y las facturas mensuales.

En segundo lugar, el programa de transferencias monetarias Tarjetas de Ayuda Solidaria permite ayudar puntualmente a aquellas personas en situación extrema, garantizando su acceso básico a alimentos y otras necesidades mientras ellos profundizan en su búsqueda laboral. Esto permite que sean las propias personas quienes puedan afianzar su seguridad alimentaria en el futuro.

Para Elena Carrillo, profesora de Salud Pública e investigadora en seguridad alimentaria, la clave para que estas transferencias sirvan de aporte a las familias es la verdadera pregunta de fondo. “Las trasferencias monetarias se deberían diseñar siempre como instrumento de protección social con una finalidad, que puede ser desde dar una ayuda concreta –por ejemplo, en el momento del puerperio–, hasta mejorar la privación material de las familias, mejorar su inclusión social o mejorar la seguridad alimentaria, como sería este caso”.

En resumen, la lucha contra la inseguridad alimentaria en nuestro país es un proyecto complejo, pero no imposible. Y así quedo reflejado en el encuentro “El hambre invisible en España: el reto de medir y prevenir la inseguridad alimentaria” que ya cumple un mes, y que nos permitió poner el foco en una realidad a veces invisible gracias a la participación de personas expertas en nutrición, salud e inseguridad alimentaria del panorama nacional e internacional.

Y es que, conjuntamente, podemos ponernos en marcha para construir una sociedad donde el acceso a una alimentación adecuada sea un derecho asegurado para todos y todas, sin excepciones.

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