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Ucrania: cinco vidas tocadas por la guerra

22/02/24

Svitlana Dodatko, una de nuestras trabajadoras psicosociales, dice que durante las sesiones de estabilización trabaja con grupos de hasta 12 niños. 

Valentyna, Svitlana, Daria, Nadezhda o Maksim son solo los nombres de cinco personas –de las más de 10 millones– que han visto cómo la guerra de Ucrania irrumpía en sus vidas. Un conflicto que ya cumple su segundo año

 

El 24 de febrero de 2024 se cumplen dos años desde el estallido a gran escala de la guerra en Ucrania. Y como sucede siempre, en todas las guerras, la gran perdedora es la población civil.

Desde el inicio del conflicto, más de seis millones de civiles ucranianos se han visto obligados a abandonar sus hogares y cruzar las fronteras de su país natal solicitando refugio, mientras que otros cuatro millones –de los cuales casi un millón son menores de edad– siguen en el país como desplazados internos. Dejar atrás todas sus pertenencias, ya sea para huir a otra región ucraniana más segura o para trasladarse a países vecinos, ha llevado a la mayoría de estas personas a entrar en situaciones de vulnerabilidad extremas. Se calcula que, durante este año 2024, cerca de 14,6 millones de ucranianos necesitarán desesperadamente ayuda humanitaria.

Mientras, dentro de las fronteras la guerra continúa alcanzando infraestructuras civiles como viviendas, escuelas, hospitales o sistemas de agua y saneamiento, y las autoridades locales siguen denunciando que el país va camino de convertirse en uno de los mayores campos minados del mundo. Hasta 17 000 kilómetros cuadrados del territorio están cubiertos de restos de explosivos.

En este escenario, el trabajo de Acción contra el Hambre con la población desplazada es fundamental para evitar una catástrofe humanitaria todavía mayor.

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Nadezhda Gubanova, 36 años, desplazada por segunda vez. Ucrania. Arthur De Poortere para Acción contra el Hambre.

 

La historia Nadezhda Gubanova, en Zaporiyia, muestra la importancia de esta ayuda humanitaria. “Estoy casada y tengo dos hijos de nueve y seis años. Somos desplazados por segunda vez. Dejamos la ciudad de Yenakievo (Donetsk) en 2018 para ir a Mariúpol, y de Mariúpol tuvimos que huir a Zaporiyia. Los combates se acercaban a nuestra casa cuando nos fuimos, y ya no teníamos comida. Los niños tenían hambre. El 17 de marzo hervimos el último paquete de pasta, y, milagrosamente, en la mañana del 18 de marzo, conseguimos coger un autobús. Lo dejamos todo atrás. Sólo cogimos una mochila con documentos y una bolsa pequeña con las cosas del bebé”, cuenta sus vivencias en una de las ciudades más destruidas por la guerra: Mariúpol. Se calcula que el 90% de los edificios están dañados o destruidos, y que cerca de 300 000 personas huyeron de la ciudad.

Ahora, Nadezhda y su familia viven en Zaporiyia, donde son beneficiarios del programa de seguridad alimentaria. “El centro abrió en mayo de 2022, y desde entonces recibimos esta ayuda. Mi marido es el único que trabaja de nosotros cuatro. Yo no trabajo porque no tengo dónde dejar a los niños. Las alarmas aéreas son constantes, las escuelas y guarderías están cerradas. Nos quedamos en casa todo el tiempo, y ya está.”

Conmoción y traumas, la gran epidemia entre los civiles ucranianos

La Organización Mundial de la Salud estima que unos 10 millones de ucranianos –un cuarto de la población total– presenta alguna forma de trastorno de salud mental derivado del conflicto y sus consecuencias, además de los trabajadores de ONG, personal médico y miembros de la comunidad que se desempeñan cerca de las líneas de frente.

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Valentyna dijo que el mayor dolor fue el hecho de que una bomba cayó sobre un niño de 12 años no muy lejos de su patio, razón por la cual asiste a estas sesiones con la esperanza de superar este trauma. Ucrania. Arthur De Poortere para Acción contra el Hambre.

 

Estoy casada, tengo dos hijos y hace poco tuve una nieta. Antes de la guerra, mi marido trabajaba la tierra y yo le ayudaba, pero ahora no tenemos trabajo porque toda la tierra está minada”, cuenta Valentyna Balan, beneficiaria de los programas de asistencia psicosocial y de seguridad alimentaria y medios de subsistencia en Ivanivka, un pueblo en el óblast de Járkov. “Nuestra casa quedó muy dañada por una bomba que cayó en nuestro patio. Todo quedó destruido. Nos limitamos a cubrir las ventanas con madera contrachapada. Hacía mucho frío. No sé cómo sobrevivimos al invierno. No muy lejos de nuestro patio, una bomba hizo volar en pedazos a un niño de 12 años, y ha sido muy difícil vivir con eso”.

En Ivanivka, Acción contra el Hambre es una de las pocas organizaciones que trabaja con la población civil en programas de asistencia psicosocial. Svitlana Dodatko es una de nuestras trabajadoras en el terreno: “Hace tres años empecé a estudiar psicología porque mi hijo tenía problemas de salud. Al principio de la invasión a gran escala me di cuenta de que quería ayudar de alguna manera, así que estudié psicología en situaciones de crisis, para poder ayudar a las personas desplazadas. Trabajé como voluntaria y hace dos meses me incorporé al equipo de Acción contra el Hambre como trabajadora psicosocial”, explica Svitlana.

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Svitlana Dodatko, de 39 años, es trabajadora psicosocial en una organización de Acción Contra el Hambre. Ucrania. Arthur De Poortere para Acción contra el Hambre.

 

Trabajamos sobre todo con niños que han abandonado las regiones de Donetsk o Luhansk a causa de bombardeos, heridas o la pérdida de seres queridos. En las primeras sesiones tenemos como objetivo estabilizarlos. Les enseñamos a respirar y a relajarse. Solemos trabajar con grupos de hasta doce niños, aunque, si trabajamos con el protocolo de socorro, profundizamos más, con unos siete niños por grupo. Utilizamos una terapia de tipo cognitivo-conductual basado en los protocolos de Acción contra el Hambre”.

Los menores y el conflicto

Los menores de edad son uno de los colectivos más vulnerables que se ven afectados por el conflicto, por eso, uno de nuestros principales objetivos es asistirlos, estabilizar su estado emocional y darles herramientas para lidiar con la situación.

La mayoría de estos menos vienen de territorios ahora ocupados por las fuerzas rusas, o de áreas de extrema violencia en las primeras líneas del frente. Este es el caso de Maksim, de 15 años: “Vengo de Konstantinovka, en la región de Donetsk, y llegué aquí en marzo de 2023 con mi abuela. Mi padre se quedó en Konstantinovka. Vino a visitarme aquí unos días, pero hace mucho que no le vemos. Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía 11 años. Algunas sesiones de terapia me han ayudado a mejorar mi autoestima. Hacemos actividades en las que escribimos y dibujamos, y con las que vivimos un desarrollo psicológico. Después de 2 o 3 sesiones, me he dado cuenta de que estas sesiones tenían un efecto transformador.”

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Ilia Melnyk, de 13 años, y Maksim Pozhidaev, de 15, desplazados de Konstyantynivka, región de Donetsk. Ucrania. Arthur De Poortere para Acción contra el Hambre.

 

Maksim cuenta que tan solo una semana antes de abandonar Konstantinovka bombardearon una guardería cerca del parque donde estaba con un amigo. “Dicen que allí vivían soldados, pero lo que bombardearon fue el parque. El proyectil cayó a cinco metros de mí. Yo estaba sentado en un banco con un amigo y me alcanzó todo el aire, las piedras y el polvo. Cubrí a mi amigo para protegerlo y ahora tengo dos heridas en las piernas. Es un milagro que hayamos sobrevivido. En ese momento me di cuenta de lo mucho que quería vivir”, explica.

Algo similar a lo que vivió Ilia, de 13 años, que llegó hace seis meses junto a su madre, huyendo de Chasiv Yar –también en Donetsk: “Un día fui al salón a llevarle algo de comida a mi abuela, que es muy anciana ya. Un proyectil pasó justo por encima de la valla. Todas las ventanas del salón explotaron. Yo estaba temblando, y miré a mi abuela, allí sentada. Ella también me miró, y siguió comiendo. Me quedé horrorizado”.

El acceso al agua

Entre las infraestructuras civiles afectadas por los combates, se encuentran también las infraestructuras dedicadas al saneamiento y suministro de agua, la gestión de aguas negras, etc. Acción contra el Hambre ha implementado su programa WASH (agua, saneamiento e higiene) en el territorio, beneficiando a más de 250 000 personas.

Los kits de higiene son de suma importancia en la ayuda humanitaria, ya que contribuyen a la salud física y mental de nuestros beneficiarios. Al ofrecerles kits de higiene, les estamos permitiendo ahorrar dinero para seguir viviendo, ya que sabemos que muchos desplazados tienen que alquilar apartamentos, lo que les supone mucho dinero”, explica Daria Aleksandrova, agente del programa WASH en Dnipro.

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Daria Aleksandrova, 23 años, responsable de agua, saneamiento e higiene (WASH). Daria se ocupa de los kits de higiene. Ucrania. Arthur De Poortere para Acción contra el Hambre.

 

En total, casi 30 000 personas tan solo en la región de Dnipro han recibido kits de higiene. En general, nuestros beneficiarios son personas mayores de sesenta años, familias con niños pequeños o personas discapacitadas. Distribuimos varios tipos de kits, adaptados a las necesidades individuales. Tenemos un kit A diseñado para personas en tránsito, el B es un set para familias que ya se han instalado, y hay otros diferentes, diseñados para la limpieza. Además, entregamos kits para niños pequeños, con pañales y artículos de higiene personal”.

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