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Historias

Cómo una mujer lucha contra el hambre desde el corazón de América Latina

 

Por América Arias, directora de Acción contra el Hambre Perú

América Arias, licenciada en Ciencias Biológicas, es directora de Acción contra el Hambre Perú desde 2018 y ha desarrollado su trayectoria profesional tanto en el ámbito de la empresa privada como el de la cooperación internacional, habiendo participado en proyectos de desarrollo y respuesta humanitaria en países como España, Malawi, Perú o Moldavia. A través de sus ojos y desde el trabajo que realiza en Perú nos da claves en su testimonio sobre el papel que desempeñan las mujeres en la lucha contra el hambre.

Si hay algo que se ha mantenido constante en mi carrera como cooperante, y actualmente como directora de Acción Contra el Hambre en Perú, es ese punto de conexión que surge cuando hablas con las mujeres que han sufrido las consecuencias del hambre y las desigualdades sociales. No es una conexión basada en la relación beneficiario cooperante. Tampoco es una conexión basada en la comprensión de su situación, ya sea desde nuestro rol de cooperantes o desde nuestras experiencias. No, esa conexión va más allá. Es una conexión basada en el reconocimiento. Nos reconocemos como iguales, a pesar de nuestras diferencias. Nos reconocemos como mujeres fuertes. Nos reconocemos como mujeres capaces. Nos reconocemos como mujeres cuyos pasos son cuestionados a cada minuto. Nos reconocemos como mujeres iguales a las que la realidad nos ha hecho totalmente diferentes. Sabemos que, si cualquiera de nosotras hubiera nacido en la cuna de la otra, seguramente ahora ocuparíamos su lugar.

Si sabes mirar, más allá del marrón de los cerros, más allá de ese niño flaco de pelo anaranjado enganchado al pecho de su madre, más allá de esas chucherías cargadas a la espalda para la venta ambulante, puedes ver que sí, quizás sí, las mujeres sí lloran, pero también luchan. Luchan para cambiar las cosas, para que otras puedan contar con la seguridad de una casa, una comida en el plato, un entorno educativo en el que crecer como personas, libre de violencia, en el que puedan moverse en libertad, y asumir riesgos sin más temor que el de fracasar.

Cuando eres una mujer cooperante aprendes a valorar la libertad. No esa libertad de grandes letras y largas explicaciones teóricas, sino otra “más de diario”, esa libertad de la que hemos disfrutado algunas mujeres, pero no todas. La libertad de poder ir en transporte público, de tomar sin miedo un taxi en la noche, de ir a la escuela todos los días, de leer los mismos libros o comer la misma comida que nuestros compañeros varones. Ese tipo de libertad que te permite crecer, y que quisieras para todas las mujeres. Esa libertad que ha permitido que hoy yo sea una mujer cooperante trabajando allí, a miles de kilómetros, haciendo lo que me gusta personal y profesionalmente. Ese tipo de libertad a la que nunca tuvieron acceso muchas de las mujeres con las que trabajamos.

Este 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Pero estas mujeres, aquellas para las que trabajamos, tanto de Perú como de otras partes del mundo, también son protagonistas el 22 de marzo, Día Mundial del Agua, o el 5 de junio, Día Mundial del Medioambiente, o el 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación. Porque ellas son las protagonistas en la lucha por los derechos de la mujer. Pero también son las que cada día pelean porque sus hijos e hijas puedan tener agua segura y de calidad en sus casas, las que se enfrentan con una burocracia eterna para conseguir que sus hijos tengan un espacio limpio donde jugar, libre de basura y escombros, o las que cada día recorren kilómetros y kilómetros, a veces jugándose la vida, para conseguir comida que llevar a la mesa.

Por eso, este 8 de marzo aprovechemos la oportunidad para reconocer las fortalezas de aquellas que cada día luchan por un mundo más justo, más igualitario y equitativo. Reconozcamos, desde nuestra posición privilegiada, a las verdaderas protagonistas de la lucha contra el hambre.

 

Imagen: Lys Arango para Acción contra el Hambre

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