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“El terremoto fue muy duro, pero seguimos trabajando” – La historia de Abdulkareem

Abdulkareem, trabajador de Acción contra el Hambre comprueba la instalación de unos paneles solares en una escuela en Siria

Abdulkareem, trabajador de Acción contra el Hambre comprueba la instalación de unos paneles solares en una escuela en Siria © Acción contra el Hambre 

"Fuimos de los primeros en responder a la catástrofe que causó el terremoto. Después de un par de días, estábamos en el terreno, evaluando qué tipo de ayuda podíamos proporcionar a la gente, tan rápido como fuera posible y con todas nuestras capacidades", explica Abdulkareem Hallak, técnico del programa de Agua y Rehabilitación de Acción contra el Hambre en Siria desde hace nueve meses.

Al principio, como miles de personas habían abandonado sus hogares casi sin ninguna pertenencia, había una necesidad de prácticamente todo, por lo que la organización distribuyó una gran variedad de kits: de invierno, de descanso, de higiene, de saneamiento o cestas de alimentos, entre otros, en coordinación con la central de operaciones y con todas las demás organizaciones humanitarias, para poder proporcionar un servicio integral. Abdulkareem explica: “En esa etapa del trabajo de emergencia, el número de lugares de refugio comunitarios a los que la gente acudió por miedo a las réplicas era muy alto, alcanzando alrededor de 400 centros (escuelas, mezquitas, iglesias y otros lugares públicos). En esos centros fue donde nosotros trabajamos para limpiar los tanques de agua y distribuir muchos kits”.

Este trabajo de emergencia, por supuesto, se desarrolló a lo largo de varias semanas. Pero no terminó ahí. Acción contra el Hambre fue más allá, y trabajó para rehabilitar algunos refugios comunitarios, como Abu alKassem alShabi, donde instalaron un sistema de energía solar, aseos y nuevos inodoros separados por género, y divisiones de habitaciones, para dar más privacidad a las personas y las familias. Este aumento en el número de grifos de agua y aseos en los refugios ayudó a evitar la propagación de enfermedades como el cólera, ya que se redujo el ratio de personas utilizando las mismas instalaciones sanitarias.

La organización rehabilitó también la escuela Abdulatif Alnana, dotándola de toda la infraestructura básica, como explica Abdulkareem: "La fachada principal de la escuela estaba dañada y se desprendían piedras por todas partes. Hicimos una rehabilitación integral que incluyó: pintura, embaldosado del suelo, arreglo de ventanas y puertas, instalación de unas placas solares que dotaron a la escuela de un sistema de energía independiente, reparación de la red eléctrica, aislamiento del tejado para evitar la entrada de agua y humedad, e iluminación en aulas y pasillos. También acondicionamos los espacios para personas con movilidad reducida, instalando rampas y aseos especiales".

trabajador ong abre grifo agua

El trabajo de reparación que Acción contra el Hambre desarrolló en Alepo durante aquellos meses también incluyó algunos tramos en la red de alcantarillado y una planta de tratamiento y saneamiento de aguas, que quedaron gravemente dañados durante el terremoto, cuando no habían sufrido ya daños a causa de la guerra y necesitaban de mantenimiento frecuente. Además, la organización capacitó a algunos ingenieros, en coordinación con el Sindicato de Ingenieros, sobre cómo evaluar y reparar daños estructurales.

En el sector de la salud, Acción contra el Hambre distribuyó torres de cobertura móvil con baterías de litio, ya que había un problema significativo con la cobertura móvil en muchos vecindarios de Alepo, lo que afectaba el trabajo de las ambulancias que intentaban ayudar a las personas tras el terremoto. Esto permitió que más de 20 ambulancias volvieran a funcionar con mayor normalidad. Además, la organización contribuyó en el reparto de algunos suministros para los hospitales, y en el equipamiento de clínicas móviles que atendían áreas remotas o refugios colectivos, y proporcionó primeros auxilios psicológicos a personas que lo necesitaron justo después del terremoto.

Por otro lado, Acción contra el Hambre también repartió ayudas en metálico a más de 150 familias, y esto, según Abdulkareem, fue muy útil, ya que pudieron utilizarlo según sus deseos y necesidades específicas. “Algunos compraron alimentos, un hombre adquirió una máquina de café espresso después de perder la que solía usar en su cafetería, y ahora puede cubrir las necesidades de su familia. Otras familias alquilaron una casa por un año o arreglaron la suya propia. El efectivo fue como el oxígeno”.

Sin embargo, la situación en la ciudad continúa siendo difícil, y las necesidades son enormes en todos los sectores y niveles: agua, higiene, alimentos, medios de subsistencia... “Es cierto que sobrevivimos las primeras semanas, cuando teníamos mucho miedo y el impacto psicológico del terremoto era evidente, pero ahora la gente se está quedando sin ahorros y necesitan de todo”. Abdulkareem explica que en los primeros meses después del terremoto, hubo una solidaridad comunitaria muy fuerte, y que mucha gente trabajó arduamente para ayudar a aquellos que perdieron a alguien, una casa o su trabajo. Ahora, este tipo de apoyo interno también ha disminuido, ya que las personas apenas logran cubrir sus propias necesidades.

En esta difícil situación, Abdulkareem considera que los proyectos para impulsar los medios de subsistencia son muy convenientes, "salvavidas" los describe, ya que pueden ayudar a las personas a asegurar una fuente de ingresos sostenible y estable. “Son una buenísima solución para que las personas dependan de sí mismas y no tengan que esperar ayuda”.

A nivel personal, este año no ha sido nada fácil para el joven. El terremoto y todo lo que sucedió después le recordaron los días de guerra, cuando se veía obligado a trabajar en condiciones muy peligrosas. “Volvimos a vivir con miedo. Miedo por nuestras familias, por nuestras casas, por nuestros parientes y por todo el mundo. Pero luego voy a trabajar y veo las enormes necesidades de la gente, y trato de hacerlo todo lo mejor posible, y al mismo tiempo me gustaría poder dar más de mí y seguir ayudando a la gente, aunque es algo que no está en mis manos. Hay veces en que vivimos situaciones que nos dan algo de esperanza, como hoy, que hemos visto a una mujer dando a luz a un bebé en el refugio colectivo. A pesar de la difícil situación, todos estaban muy felices, y, en el fondo, esto tiene un fuerte mensaje: la vida continúa”.

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