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“HE EMPRENDIDO PORQUE MI OBJETIVO NÚMERO UNO ES QUEDARME EN LO RURAL”

Alejandra en su taller en su taller Luciki

Alejandra en su taller junto a varias de sus prendas de su marca Luciki 

Alejandra decidió quedarse en el mundo rural con un proyecto muy alejado de la agricultura o la ganadería. Y así nace Luciki, un taller artesanal, ecológicamente sostenible, donde diseña prendas con inspiración japonesa

Alejandra estudió Filología, había viajado por el mundo, vivió en Estados Unidos. Se mudó a Cataluña, se especializó en educación intercultural y dio clases de español a personas migrantes en programas de reinserción. Fue profesora de secundaria. Y, por eso, cuando a sus 50 años se vio obligada a regresar al pueblo de sus abuelos, donde pasó gran parte de su infancia –una pequeña aldea rural en Asturias– sintió que su vida daba un giro de 180 grados. Pero un giro en el buen sentido de la palabra.

“Tenía que buscar la manera de quedarme”

Llegué a instalarme en la casa de mi abuela, una casa bastante aislada, y decidí que no me quería ir. Vivir aquí, rodeada de naturaleza, sin el ruido de todos los coches que me perseguía en Barcelona… Tenía que buscar la manera de quedarme”, cuenta Alejandra.

Y, mientras pensaba en la manera de quedarse, Alejandra encontró un hobby inesperado: la costura. “Vengo de una familia textil, mi abuela y toda su familia eran tejedores y mi madre dedicó toda su vida a coser. Yo no he cosido un botón en mi vida. Al principio, cuando llegué, me lo planteé como hobby, como una terapia para salir un poco de la casa e ir a la ciudad a aprender. Pero me enganché”.

Y de esta imprevista pasión por la costura y por el patronaje, y del propósito de quedarse a vivir en su aldea natal surgió la idea de Luciki. “He acabado dedicándome a lo que se dedicó mi madre toda su vida, solo que de una forma diferente”, dice Alejandra entre risas. Y es que Luciki es un proyecto de patronaje y costura algo diferente a los negocios tradicionales de hace 30 años.

En este taller artesanal, Alejandra diseña patrones de ropa japonesa bajo la máxima del Zero Waste, cero desperdicio. “Pero no la ropa japonesa que la gente se imagina, con quimonos y todas esas cosas. Yo hago otro estilo que aquí no es tan conocido: ropa muy voluminosa, pantalones de bombacho, blusas con mangas abullonadas… Este patronaje me fascinó, y me hice autodidacta en ello”. 

Además, trabajo con el objetivo Zero Waste, y lo hago a través del ‘restockaje’. Trabajo con restos de telas de stock de fábricas, y por eso hay muy pocas unidades de cada prenda. Utilizo telas diferentes, naturales, y experimento con ellas; telas derivadas del maíz o de otras plantas”.

La importancia de orientar

luciki_accioncontrahambre_alejandra_asturias_emprendimientoPara Alejandra, el apoyo y el asesoramiento de Acción contra el Hambre y el programa Vives Emprende fueron la clave del lanzamiento de su negocio. “Estaba muy perdida, y desde la organización me reorientaron en el tema del emprendimiento. Porque esto no es solo saber el oficio, incluye muchísimas más cosas, desde el marketing online hasta lo económico y los impuestos”.

A través de talleres de formación, orientación en trámites y fiscalidad, viabilidad, estrategia comercial y de marketing, Alejandra ganó la seguridad y confianza necesarias para aceptar la Ayuda a la puesta en marcha de actividades no agrícolas en las zonas rurales que tantas dudas le había generado. “Al principio les preguntaba de todo, sobre todo en el tema de financiación. Pero, una vez entras en el camino y alguien te asesora, te das cuenta de que hay muchas más oportunidades de las que pensabas al principio”.

Y las redes, construir redes. “Además, la técnica de Acción contra el Hambre también me puso en contacto con otras personas que estaban emprendiendo. Una red de emprendedores con los que puedo colaborar, comenzar proyectos… He descubierto que sí que hay red, solo hay que dar con ella”.

Sueños de futuro

Ahora, Alejandra lo tiene claro: su objetivo número uno es poder seguir viviendo en lo rural, no volver a la ciudad. Y, para ello, su segundo objetivo es mantener Luciki y continuar aprendiendo.

En los próximos meses me gustaría entrar en plataformas algo más globales para que mi producto llegue a Estados Unidos y otros países de Europa, porque sé que allí hay más demanda. Y, en el futuro, me gustaría poder viajar a mercados de otros países donde hay mercados de restos de stocks de buena calidad”.

Porque, en el fondo, el propósito de Alejandra es consolidar su negocio para seguir aprendiendo patronaje y costura, experimentando con telas, y viviendo en Asturias.

 

 

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