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MADAGASCAR: COVID-19 Y CRISIS CLIMÁTICA, ESTAMOS EN TODOS LOS FRENTES

 

EL PRIMER CASO DE COVID-19 APARECIÓ HACE CASI UN MES EN EL PAÍS Y SE DECLARÓ INMEDIATAMENTE UN ESTADO DE EMERGENCIA SANITARIA NACIONAL. NO OBSTANTE, NUESTRAS OFICINAS HAN SEGUIDO ACTIVAS Y NUESTROS PROGRAMAS SE HAN ADAPTADO EN CONSONANCIA CON LAS MEDIDAS DE PROTECCIÓN.

La pandemia de COVID-19, tristemente, se suma a los muchos desafíos a los se que enfrenta la región. Madagascar es uno de los países más pobres del mundo, donde más del 70% de los hogares viven por debajo del umbral de la pobreza. El 41% de los hogares no tienen acceso a agua potable, la inseguridad alimentaria es crónica y la mitad de las muertes de niñas y niños menores de cinco años se deben a la desnutrición.

Desde hace 10 años, hemos venido fortaleciendo los sistemas de salud de Madagascar, mejorando su capacidad para prepararse, adaptarse y superar las crisis, como los períodos de picos de desnutrición.

Tenemos una sólida experiencia en la gestión de crisis y ya hemos estado a la vanguardia de la respuesta al brote de la plaga neumónica de 2017-2018, cuyo modo de transmisión y síntomas fueron muy similares a los de la COVID-19. 

HACER FRENTE A LA COVID-19 EN MADAGASCAR 

Para hacer frente a la pandemia de COVID-19, estamos trabajando en seis regiones: Analamanga, Bongolava, Itasy, Androy, Anosy y Atsimo Andrefana. Brindamos apoyo a los centros de salud mediante protocolos de prevención y el control de infecciones, para el buen funcionamiento de los servicios de salud esenciales estableciendo un circuito de pacientes para limitar los riesgos de transmisión del virus entre las personas. También estamos capacitando a las trabajadoras y trabajadores sanitarios para detectar y remitir los casos sospechosos. Por último, proporcionamos a las instituciones de salud instalaciones adecuadas de agua y saneamiento como continuación de nuestras actividades habituales.

En las regiones del Súr, Atsimo Andrefana, Androy y Anosy, apoyamos actualmente la aplicación de los sitios regionales de cuarentena. También colaboramos en la detección y remisión de casos comunitarios sospechosos de COVID-19 a través de equipos móviles.

A mayor escala, estamos luchando contra la propagación del virus instalando puntos de lavado de manos en lugares públicos y en los puntos de control sanitario. También estamos concienciando sobre las medidas preventivas mediante la difusión de mensajes a través de pregoneros, furgonetas con altavoces y carteles.

EL IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL HAMBRE EN MADAGASCAR

El país también está experimentando una crisis climática, en particular en el Sur, con graves sequías y cada vez más recurrentes. Sin embargo, el 63% de la población practica la agricultura de subsistencia.

Las precipitaciones en el extremo Sur de Madagascar han sido en gran medida insuficientes, o incluso casi nulas desde octubre de 2019 en algunas zonas, incluidas las zonas productoras agrícolas. El nivel de las aguas superficiales es anormalmente bajo y el seguimiento que estamos haciendo de las capas freáticas también muestra un descenso de las aguas subterráneas.

La brecha del hambre que se esperaba que terminara a finales de marzo continúa y corre el riesgo de sumir a 554 000 personas en una inseguridad alimentaria aguda severa. Por eso, a pesar de la epidemia de COVID-19, nos hemos adaptado para asegurar que nuestra acción continúe.

Nuestros 14 equipos móviles de salud y nutrición se movilizan en 8 distritos del Gran Sur. Intervienen en las comunidades más alejadas de los centros de salud y, de manera prioritaria, en las zonas más afectadas por la sequía. Detectan los casos de desnutrición en los niños y las niñas y les proporcionan tratamiento. Los equipos móviles también aseguran la remisión y el transporte de los casos más complicados a centros más preparados cuando es necesario.

Nos preocupa que un aumento de los casos de COVID-19 en los próximos meses pueda socavar aún más una situación nutricional ya frágil. Si la epidemia persiste, un confinamiento, incluso parcial, podría tener efectos muy negativos que desestabilizarían los sistemas económicos y alimentarios locales en un país donde la actividad informal es particularmente importante. Las consecuencias socioeconómicas de la crisis afectan principalmente a las comunidades más vulnerables.

En la capital, Antananarivo, estamos trabajando con las autoridades malgaches y nuestros socios colaboradores para fortalecer el sistema de asistencia social y permitir que estos hogares compensen la pérdida de ingresos y satisfagan sus necesidades alimentarias mediante transferencias de efectivo.

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