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MALÍ: LAS COMUNIDADES VULNERABLES FRENTE A LA PANDEMIA

 

Abdoulaye Abouba MAIGA, de 32 años, trabaja en la coordinación de proyectos multisectoriales en nuestra base de Gao, en Malí. Su trabajo consiste en poner en funcionamiento, supervisar y coordinar con el equipo del proyecto todas las actividades de respuesta humanitaria desde diferentes ámbitos para responder a las enormes necesidades en los círculos de Gao y Bourem, en la región de Gao.  Nos lo cuenta en primera persona.

Ante la llegada y expansión de la COVID-19, nos hemos visto obligados a reorientar algunas actividades y otras a posponerlas, aplicando siempre las medidas de prevención en el contexto de la pandemia y de seguridad de las zonas donde trabajamos.

En estos momentos nuestros esfuerzos están concentrados en la capacitación de las comunidades de comunas de Gabero, Soni Ali Ber y Tilemsi en la producción de alimentos y en técnicas de protección de los cultivos. 30 participantes por comunidad, en dos grupos de 15 para respetar las medidas de protección (distancia de un metro por ejemplo entre los participantes, uso de jabón líquido, pañuelos desechables, gel hidroalcohólico para el lavado de manos).

Como trabajadores humanitarios no podemos abandonar a estas poblaciones necesitadas.

Si bien es cierto que hemos tenido que aplazar actividades de medios de vida, actividades de diagnóstico nutricional comunitario, diferentes talleres, y las distribuciones de equipos de pastoreo en comunidades como las de Bamba, N'Tilit, Tarkint o Tilemsi, así como las asambleas que celebramos con los comités comunitarios para la gestión de los puntos de agua, para cumplir con las medidas de protección.

Nuestra principal motivación como agentes humanitarios ante la pandemia de la COVID-19 es seguir brindando apoyo y ayuda a las comunidades más vulnerables, y concienciándolas sobre las medidas preventivas en las actividades cotidianas. Es más necesario que nunca que continuemos con nuestro trabajo a pesar de esta situación de pandemia. 

La COVID-19 nos afecta a todos. Pero con las restricciones de movimiento, incluidos los toques de queda, las condiciones de viaje han afectado a las poblaciones rurales que trataban de satisfacer las necesidades y preferencias alimentarias de sus hogares día y noche antes de la pandemia. Además de las medidas de seguridad que limitaron la presencia del Estado en ciertas zonas de intervención, estas poblaciones merecen una atención especial de los agentes humanitarios, un apoyo para aliviar su sufrimiento.

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